Omar Nipolan

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La vieja guardia mítica contraataca.

Hemos venido haciendo un trabajo de conservación de las viejas leyendas salvadoreñas, esas que alguna vez nos contaron de niños. Pero en estos tiempos modernos, de “valientes mundos nuevos que albergan tales seres”, ya no son lo mismo. A continuación, un pequeño divertimento.

Un claro en el bosque de “El imposible” en una noche tenebrosa, como las de todas las películas de terror, sin luna. Unas sillas desvencijadas rodean una mesa improvisada hecha de troncos viejos. Hay una lámpara de gas que chisporrotea. Todos han sido convocados por El Justo Juez de la Noche. Llega cada uno por su lado, con sus ruidos característicos y mala cara.


JUSTO JUEZ (con voz grave, cruzado de brazos)
Bueno… ya estamos todos. Siéntense. Esto no es fiesta, es reunión de emergencia. Nos estamos quedando… sin clientela.

LA SIGUANABA (arreglándose el pelo largo y enredado, con voz dolida)
Sin clientela, dice… ¡Sin víctimas! Eso sí que es tragedia. Antes un hombre me veía a medianoche, junto al río, y salía corriendo, gritando como si le hubiera salido la suegra en camisón. Ahora… ahora me ven y me dicen: “Ah, mirá, cosplay gratis”. ¡Me piden selfies! ¡Selfies, por la luna!

EL CIPITÍO (sentado al revés en la silla, masticando una semilla)
Pues a mí ni eso, mamá. Me ven chiquito, con mi sombrero y pies al revés, y dicen: “Ja, qué filtro más realista el del TikTok”. Yo me acerco a darles un susto y terminan preguntando si bailo para un reto viral. ¡Me dan ganas de darme la vuelta y seguir pateando piedras solo!

CADEJO BLANCO (susurrante, con tono zen)
Al menos a ti todavía te reconocen. Yo, que soy protector de borrachos y caminantes, ahora no sirvo pa’ nada. Desde la “cero tolerancia” y “cero alcohol” todos se van en Uber. Ni uno solo tropieza por el camino para que yo lo cuide. Y cuando me acerco, me dicen “¡Qué bonito perrito…! ¿es de raza?”

CADEJO NEGRO (bufando)
¡Y yo peor! Antes infundía terror. Bastaba un gruñido mío para que un bandido se sintiera como si se hubiese bebido un litro de laxante y se fuera rezando. Ahora me ven, me alumbran con el celular y dicen: “Qué facha, parece sticker de perro furioso” y me toman fotos. ¡Meme! A mí me confunden con un sticker de WhatsApp.

CULEBRA ZUMBADORA (enrollada en una raíz, mirando a todos con desprecio)
¡Bah! Ustedes no saben lo que es humillación. Yo, la que con un coletazo podía dejar tieso al más valiente… Ahora la gente me graba para YouTube. “Serpiente salvadoreña emputada” ponen. ¡Y en los comentarios dicen que soy fake! ¡Fake! Como si uno no tuviera derecho a existir fuera del National Geographic.

CARRETA CHILLONA (sus ruedas rechinan al moverse un poco)
Ah, pobrecitos. ¿Y yo? Antes salía a medianoche, huesos y cadáveres en procesión… ¡y todo el mundo cerraba ventanas, hacía la señal de la cruz! Ahora, los que escuchan mi chillido dicen: “¿Ese audio de WhatsApp quién lo mandó?” Y cuando me ven pasar, sacan el celular: “¡Ey, ahí va un carro tuneado para la Calabiuza de Tonacatepeque!”

JUSTO JUEZ (golpea la mesa con el puño)
¡Exacto! Ya nadie nos respeta. Ni dan miedo nuestras leyendas. El internet nos mató. Los muchachos de ahora se asustan más con un correo de la U que con nosotros.


La Siguanaba suspira dramáticamente, El Cipitío lanza una piedra al suelo y los Cadejos se miran de reojo.


LA SIGUANABA
Y todo por culpa de esas series de zombies y vampiros brillosos… ¡Nosotros sí éramos terrores de calidad sin CGI !

EL CIPITÍO
Sí, mamá… terrores de calidad, pero no de marketing. Los gringos hacen películas y muñecos, y nosotros seguimos aquí sin camiseta oficial ni figuras de acción.

CADEJO NEGRO (con sarcasmo)
Claro, porque lo tuyo da para Disney: “El niño que come ceniza y juega con piedras mágicas”. Éxito asegurado.

EL CIPITÍO (ofendido)
¡Por lo menos yo no huelo a azufre y huevos podridos como vos, perro apestoso!

CADEJO BLANCO (interviene calmado)
No peleen… aunque, la verdad, sí hueles a gases estomacales, hermano.

CADEJO NEGRO
¡Es mi esencia demoníaca! ¡Autenticidad, no perfume barato!


CULEBRA ZUMBADORA (mirando a todos con altivez)
El problema es que se han vuelto flojos. Antes, para asustar, había que trabajar: aparecerse en la hora precisa, hacer el sonido correcto, elegir a la víctima ideal. Ahora ustedes quieren que con solo prender la linterna de la cara ya tiemblen. ¡Ja! Yo todavía golpeo con fuerza.

CARRETA CHILLONA
¡Golpeas fuerte! Por favor, si la última vez que fuiste a asustar, un tipo te agarró con un palito de hacer selfies y te subió a Facebook Live. Más likes que sustos.

CULEBRA ZUMBADORA
Al menos me subieron, no como a ti, que te confunden con carro de reciclaje.

CARRETA CHILLONA (furiosa)
¡Mis huesos son auténticos, no plástico como esos de utilería de Halloween!


JUSTO JUEZ (interviniendo antes que se lancen cosas)
¡Basta! Aquí no venimos a ver quién está más olvidado, sino a pensar qué hacer. Si seguimos así, nos van a sustituir por aplicaciones de sustos en celular.

LA SIGUANABA (soñadora)
Podríamos hacer un canal en YouTube… “Leyendas con Estilo”. Yo hago tutoriales de cómo peinarse para que parezcas alma en pena.

EL CIPITÍO
Y yo podría hacer retos virales: “Camina hacia atrás como El Cipitío por 24 horas”.

CADEJO NEGRO
O vender NFT de mis gruñidos… así sí recupero el prestigio.

CADEJO BLANCO (dudando)
¿Y… si en vez de modernizarnos… volvemos al origen? Nada de redes, nada de internet. Terror puro, sin wifi.

CULEBRA ZUMBADORA
¡Eso! Una buena emboscada nocturna, sin cámaras, sin testigos.

CARRETA CHILLONA
Lo intenté la semana pasada. Me planté en la calle vieja al cementerio. Pasó un tipo… ni se inmutó, iba con audífonos y luces LED en los zapatos. Ni me oyó.


JUSTO JUEZ (suspira)
Es inútil. La gente ya no camina de noche en soledad. Y si caminan, es con un teléfono en la mano y la mente en otro lado.

LA SIGUANABA
Yo creo que lo peor es que… nos volvimos irrelevantes. ¿Qué susto va a dar una mujer que engaña a hombres infieles, cuando ahora las redes hacen eso todos los días y con transmisión en vivo?

EL CIPITÍO
O un niño travieso… cuando ahora todos los niños no respetan ni a sus tatas y hasta hackean cuentas de facebook.

CADEJO NEGRO
O un espíritu maligno… cuando el verdadero terror es que te caiga una deuda bancaria.


Se hace un silencio incómodo. Solo se oye un grillo, que el Cipitío intenta patear.


CULEBRA ZUMBADORA (casi nostálgica)
Yo… extraño los días en que un buen hombre me derrotaba y se llevaba la piedra azul. Ese momento de tensión, de honor. Ahora… la gente busca piedras azules en videojuegos, no en el monte.

CARRETA CHILLONA (en tono grave)
Y yo extraño cuando el chirrido de mis ruedas hacía que la gente se encerrara a rezar. Ahora, si hago más ruido, solo me piden que baje el volumen, que están viendo Netflix.


JUSTO JUEZ
Entonces… ¿qué hacemos? Porque así no podemos seguir.

LA SIGUANABA (con un brillo de malicia en los ojos)
¿Y si dejamos de intentar asustar… y empezamos a incomodar? No susto, incomodidad pura. Apariciones en videollamadas, interrupciones en transmisiones en vivo, fotos que se cuelan en redes sin que sepan cómo…

EL CIPITÍO (entusiasmado)
¡Eso sí! Yo puedo aparecer en cada selfie de adolescente como fondo borroso.

CADEJO NEGRO
Yo puedo ladrar justo cuando estén grabando videos para redes. Así arruino la toma.

CADEJO BLANCO
Y yo puedo aparecer detrás de los que caminan distraídos, para que sus amigos digan “¿Quién es ese perro?” y ellos no vean nada.

CULEBRA ZUMBADORA
Yo puedo enroscarme en cables de fibra óptica, interrumpirles el internet justo en el momento crucial.

CARRETA CHILLONA (sonríe mostrando dientes huesudos)
Y yo… puedo convertirme en el ruido misterioso de fondo en cada reunión virtual de oficina. Ese chirrido que nadie sabe de dónde viene.


JUSTO JUEZ (sonríe, sombrío)
Eso… me gusta. Que no nos olviden, aunque sea como sombras molestas. El miedo puede morir… pero la incomodidad, esa vive para siempre.


Todos asienten. La Siguanaba se acomoda el pelo, el Cipitío recoge sus semillas, los Cadejos se desperezan, la Culebra da un golpe seco contra la raíz y la Carreta Chillona hace sonar sus ruedas. Se retiran uno por uno, riéndose como conspiradores.

En algún lugar, una notificación de celular falla misteriosamente, y nadie sabe por qué…

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