La culpa no fue de Eva

La biblia cristiana está plagada de referencias misóginas y de odio a lo femenino (“No hay maldad comparable a la maldad de la mujer (…) El pecado llegó con una mujer, y a ella se debe que todos nosotros habremos de morir –
Ecclesiasticus, 25:19,24
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Hace poco escuché a unos amigos decir medio en broma, que las mujeres son la perdición de todos los hombres, que la misma biblia dice que por ella, fuimos desterrados del paraíso.

— ¿En qué parte de la biblia dice eso? — Pregunté

— No sé, pero así dice mi abuela — Me contestó, el amigo que había hecho esta declaración.
La conversación tomó entonces otro rumbo, pues no se estaba discutiendo de este tema, pero se quedó grabado en mi mente.

Días después me recordé del incidente y me puse a buscar en el San Gugol de todos los días y encontré varios sitios que hablan de la misoginia de la biblia y entre los versículos citados, prevalecen los de Eclesíasticos 25:19,24, que encabezan este post.

El Eclesiástico, también conocido como Libro de Sirácides o Sabiduría de Ben Sirá, es un libro de la Biblia que forma parte de los libros deuterocanónicos en la tradición católica y ortodoxa. En la Biblia protestante, se considera parte de los Apócrifos, es decir, que no se incluye en el canon bíblico protestante.

Es un libro sapiencial, similar en contenido y estilo a otros libros de sabiduría como los Proverbios de Salomón. Está compuesto por una serie de instrucciones morales, consejos, enseñanzas y reflexiones sobre la vida, la conducta, y la relación con Dios.

Pero entre sus diferentes proverbios se destaca el trístemente célebre capítulo 25 versículo 24:

“El pecado llegó con una mujer, y a ella se debe que todos nosotros habremos de morir”

Este versículo ha sido utilizado a lo largo de la historia por algunos pensadores y escritores como argumento para apoyar la culpabilidad de Eva en el pecado original y para reforzar una visión negativa de la mujer. Sin embargo, es importante señalar que no todos los capítulos y pasajes del Eclesiástico son tan negativos hacia la figura femenina, y en otras partes del libro se destacan también las virtudes y cualidades de una mujer sabia y piadosa.

La biblia por su formato es propensa a ser utlizada como mejor le plazca a líderes religiosos, detractores, fanáticos y toda la fauna de intérpretes de la palabra de Dios. La oscura ambigüedad de muchos versículos e incluso capítulos enteros, hace que cualquier párrafo se saque del contexto y valide los intereses más que las creencias de muchos de sus “estudiosos”.

Es necesario aclarar que la supuesta “culpa de Eva” por el pecado original no se encuentra explícitamente en el relato bíblico ni en las primeras interpretaciones judías. La idea de culpar principalmente a Eva por el pecado original se desarrolló y se difundió más ampliamente con el tiempo, especialmente en las interpretaciones cristianas posteriores.

En el Libro del Génesis (3:1-6), Eva es quien primero come del fruto prohibido y luego se lo ofrece a Adán, pero el texto no enfatiza que la culpa recaiga completamente sobre ella. En el relato, tanto Eva como Adán desobedecen a Dios y ambos son castigados por ello. En la tradición judía temprana, la responsabilidad por el pecado se ve compartida entre ambos, sin un énfasis particular en culpar más a Eva.

Primeros escritos cristianos

La idea de culpar principalmente a Eva comenzó a tomar forma en algunos de los primeros escritos cristianos. El apóstol Pablo, en el Nuevo Testamento, menciona a Eva en 2 Corintios 11:3, donde señala que fue “engañada” por la serpiente, y en 1 Timoteo 2:13-14, donde menciona que “Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión”. Sin embargo, Pablo no está colocando toda la culpa sobre Eva, sino señalando que ella fue la primera en ser engañada. Aun así, estas cartas jugaron un papel en la posterior interpretación del pecado original en el cristianismo.

Contraste con el Corán

Debemos señalar que en el Corán (La palabra de Díos [Ala]), el relato de Adan y Eva también está presente, pero el tratamiento de la mujer en relación al mal y el pecado es diferente al bíblico y a las interpretaciones cristianas posteriores. No se hace hincapié en que la mujer sea la principal instigadora del pecado o del mal. De hecho, el Corán presenta una responsabilidad compartida entre Adán y su esposa (no nombrada como Eva en el Corán) por el pecado original.

El Corán, para los musulmanes narra la historia de Adán y su esposa de manera similar al relato del Génesis, pero con diferencias clave. En varias suras (capítulos), se menciona cómo Satanás (Iblis) los engaña para que coman del fruto prohibido, pero ambos son considerados responsables. No se hace un enfoque particular en que la esposa de Adán (identificada en la tradición islámica posterior como Hawwa, Eva) fuera más culpable o la instigadora del pecado. Los pasajes relevantes incluyen:

Sura Al-Baqarah (2:35-36):
“Y dijimos: ¡Oh, Adán! Habita tú y tu esposa en el Paraíso, y comed de él con abundancia de donde queráis; pero no os acerquéis a este árbol, para que no seáis de los injustos. Pero Satanás los hizo caer de allí y los sacó del estado en que estaban. Y dijimos: Descended, siendo enemigos unos de otros, y tendréis en la Tierra morada y disfrute por un tiempo.”

Sura Al-A’raf (7:19-23):
“Oh, Adán, habita tú y tu esposa en el Jardín, y comed de donde queráis, pero no os acerquéis a este árbol, pues entonces seríais de los injustos. Pero Satanás les susurró, haciéndoles ver lo que les había sido oculto de su desnudez, y dijo: ‘Vuestro Señor no os prohibió este árbol sino para evitar que os convirtáis en ángeles o que seáis inmortales’. Y les juró: ‘Soy para vosotros un buen consejero’. Así los hizo caer con engaño. Y cuando probaron del árbol, se les hicieron visibles sus partes privadas y comenzaron a cubrirse con hojas del Jardín. Y su Señor los llamó: ‘¿No os prohibí ese árbol y os dije que Satanás era para vosotros un enemigo declarado?’ Dijeron: ‘¡Oh, Señor nuestro! Hemos sido injustos con nosotros mismos, y si no nos perdonas y te apiadas de nosotros, ciertamente seremos de los perdidos’.”

En este relato, la culpa está distribuida equitativamente entre Adán y su esposa. Ambos caen en la trampa de Satanás, y ambos son castigados y expulsados del Paraíso. El Corán no señala específicamente a la esposa de Adán como la responsable o la iniciadora del pecado, como ocurre a menudo en algunas interpretaciones del relato bíblico.

A diferencia de las interpretaciones cristianas que a menudo atribuyen a Eva un papel más destacado en la caída de la humanidad, el Corán no presenta una doctrina similar. No hay una enseñanza explícita en el Corán que diga que las mujeres son más responsables del pecado o del mal que los hombres. En cambio, el Corán coloca a hombres y mujeres en igualdad de condiciones ante la responsabilidad moral y espiritual. Ambos son igualmente responsables de sus acciones ante Dios.

En la Sura 49:13, el Corán establece la igualdad fundamental entre hombres y mujeres ante Dios:

“¡Oh, humanidad! Os hemos creado de un varón y una mujer, y os hemos hecho pueblos y tribus para que os conozcáis unos a otros. El más honorable de vosotros ante Dios es el que más Le teme. Dios es Omnisciente, perfectamente Conocedor.”

Teología cristiana posterior

El concepto del pecado original fue desarrollado en gran medida por San Agustín de Hipona en el siglo IV d.C. San Agustín interpretó el relato del Génesis como un evento histórico que implicaba la caída de toda la humanidad, y sus ideas influenciaron fuertemente el pensamiento cristiano occidental. Si bien Agustín no culpa exclusivamente a Eva, sus escritos contribuyeron a una interpretación en la que Eva y la naturaleza femenina fueron vistas como fuentes de tentación y debilidad, en gran parte debido a su rol en la caída.

Durante la Edad Media, las interpretaciones teológicas y culturales tendieron a enfatizar aún más la culpa de Eva. El pecado original llegó a asociarse estrechamente con la naturaleza femenina, y Eva fue vista como la causa de la caída de la humanidad, lo que justificaba en algunos casos la subordinación y la desconfianza hacia las mujeres.
Tertuliano (c. 160 – c. 225), un Padre de la Iglesia primitiva, influyó fuertemente en las ideas medievales sobre la mujer.

Tertuliano fue el primero en usar el término “pecado original”, hablando también de una naturaleza pecaminosa heredada.

En su obra “De Cultu Feminarum” (Sobre el adorno de las mujeres), Tertuliano se refiere a las mujeres como las responsables de la caída de la humanidad, conectando directamente a Eva con todas las mujeres:

“¿No sabes que cada una de vosotras es una Eva? La sentencia de Dios sobre vuestro sexo perdura aún hoy: ¡Culpable! Tenéis que soportar el peso de la culpa eterna… Sois la puerta del diablo: vosotras las que desencadenaron el árbol prohibido, vosotras las primeras que quebrantaron la ley divina.”
Tertuliano – De Cultu Feminarum
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Esta visión profundamente misógina tuvo un gran impacto en la percepción de la mujer en la Edad Media.

Este enfoque se ve en escritos de teólogos y autores influyentes como Tomás de Aquino, quienes elaboraron en profundidad sobre las enseñanzas de Agustín y otros Padres de la Iglesia.

San Agustín de Hipona (354 – 430), uno de los teólogos más influyentes en la formación de la doctrina cristiana sobre el pecado original, cuyo pensamiento fue clave para la teología medieval. Aunque no culpa exclusivamente a Eva, Agustín desarrolló la idea de que la mujer, como consecuencia del pecado original, estaba subordinada al hombre y era más vulnerable a la tentación. En su obra “La Ciudad de Dios” (Libro XIV), Agustín escribe:

““Temo no suceda que, como la serpiente con su astucia embaucó y engañó a Eva así se profanen vuestras potencias interiores y se desvíen de la castidad y pureza que se debe a Cristo.”.”
San Agustín de Hipona – La Ciudad de Dios
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Aunque Agustín no acusa explícitamente a todas las mujeres de ser instigadoras del mal, su interpretación de Eva como la que sucumbió primero a la tentación y su idea de la mujer como subordinada al hombre reforzó las actitudes medievales sobre la debilidad inherente de las mujeres.

Santo Tomás de Aquino (1225 – 1274), uno de los teólogos más influyentes del pensamiento cristiano medieval, también abordó el papel de la mujer desde una perspectiva teológica que la presentaba como más propensa a la tentación. En su obra “Summa Theologica”, Tomás de Aquino hace varias afirmaciones sobre la inferioridad de la mujer y su debilidad, basándose en la historia de la creación y la caída:

“La mujer es por naturaleza más débil y pasional que el hombre, y por ello más fácilmente llevada a la tentación.”

Tomás de Aquino argumenta que la subordinación de la mujer es parte del orden natural y que esto se debe en parte a la debilidad de su carácter, lo que refuerza la idea de que las mujeres son más propensas al pecado.

Eva en el arte y la cultura

La imagen de Eva como la culpable principal del pecado original se consolidó no solo en la teología, sino también en el arte, la literatura y la cultura popular cristiana. Muchas representaciones artísticas de la Edad Media y el Renacimiento retratan a Eva de manera que la coloca en el centro del acto de desobediencia y, a menudo, como la fuente de la tentación.

Resulta notorio que en muchas de las obras que representan el episodio del fruto prohibido, el hombre termina echando la culpa a Eva y ella a su vez, señala a la serpiente como culpable, como se puede ver en la siguiente pintura de Domenico Zampieri.

Reprimenda Adan y Eva – Domenico Zampieri

La culpa no fue de Eva

La interpretación de Eva como la principal culpable ha sido fuertemente influenciada por el patriarcado en diferentes períodos históricos, particularmente durante la Edad Media. A lo largo de la historia, muchos escritores cristianos medievales utilizaron este relato para justificar una visión negativa de la mujer. Sin embargo, hay un reconocimiento creciente de que estas interpretaciones no necesariamente corresponden con el mensaje original del texto bíblico, sino con un contexto cultural específico.

La tradición de culpar a Eva ha sido usada para justificar la opresión de las mujeres. Han argumentado que el texto original del Génesis no sugiere que la mujer tenga más responsabilidad que el hombre, y que las interpretaciones posteriores reflejan prejuicios sociales más que enseñanzas bíblicas estrictas.

La narrativa del pecado original ha sido utilizada a lo largo de los siglos para construir una visión de la mujer como la fuente del mal o la tentación. Sin embargo, un enfoque ético y humanístico argumenta que la narrativa de Génesis nunca tuvo la intención de culpabilizar de forma exclusiva a la mujer, sino de reflejar la vulnerabilidad y la responsabilidad compartida de toda la humanidad.

En realidad la historia bíblica, más allá de lo religioso, puede ser vista como un relato de libre albedrío y de la capacidad de la humanidad para elegir, más que como una cuestión de tentación o culpa impuesta por un género específico. Desde un enfoque humanista, la historia representa la idea de que tanto hombres como mujeres tienen la capacidad de tomar decisiones, y ambos son igualmente responsables de sus actos.

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