Hace unos meses mi hija nos contó que iba a salir con sus amigos a un lugar a escuchar música de los años ochenta.
— ¿Por qué de los ochenta? — le pregunté, movido por la curiosidad.
— Porque los van a presentar en discos de vinil
No quise decir más, respecto al sonido del vinil, pero me recordé mi etapa de adolescencia, cuando nos reuníamos los amigos en la casa del que tenía el mejor equipo de sonido del barrio para escuchar la nueva adquisición de Yes, de Pink Floyd o de los Moody Blues, me viene a la memoria con especial énfasis aquel inmejorable, “Frampton Comes Alive!” o el “Kiss destroyer” que un amigo se ganó en un concurso radial y lo escuchamos por primera vez en mi casa.
Se encendía el aparato, se ponía el disco a un volumen aceptable y escuchábamos atentamente cada canción del lado uno, luego comentábamos las canciones, los instrumentos, los solos de guitarra, la voz, mientras nos tomábamos una bebida y procedíamos a escuchar el otro lado, reiniciando el debate y cerrando la sesión, reponiendo las mejores canciones del disco, según una votación informal que hacíamos en ese momento.
Del dico de Peter Frampton, aun tengo presente en mis neuronas, el estupor de todos cuando en medio de la canción, la guitarra “habla” y dice claramente “Do you feel like we do” estribillo y nombre de la famosa melodía, y la posterior discusión que se armó, sobre si era un efecto wha wha o algo más. Muchos años después supe de la Talk Box.
Esta línea de remembranzas me trajo a la memoria, el viejo debate sobre la calidad de sonido entre los discos de Vinil y los otros formatos de audio.
Dentro de este tema, recuerdo que en la película protagonizada por Nicolas Cage y Sean Connery, “La Roca”, al inicio del filme, aparece un Nicolás Cage desempacando un “Disco Blanco” de los Beatles que le ha llegado por correo y alguien le pregunta, por qué compra un Vinil viejo en la época del CD, a lo que Nicolas, poniendo cara de ofendido responde algo así como.
Desde esa vez, hace más de veinticinco años, yo tomé posición respecto al tema. Y no precisamente apoyando a Nicolas.
Siempre fui un audiófilo sin dinero y sin formación, es decir, me encantaba el sonido, pero no tenía modo de pagarme los equipos necesarios para escuchar la música como hubiera querido, ni los conocimientos técnicos para analizar los medios.
Sin embargo, en cuanto podía ahorrar lo suficiente, adquiría algún buen accesorio de sonido, afortunadamente mi padre también era amante de la buena música y compraba buenos equipos de audio, así que pude escuchar discos como el legendario “The dark side of the moon”, con buenos auriculares en un aceptable tocadiscos.
Desde mi más temprana adolescencia, cuando escuché el primer disco vinil de mi vida, odie el “scratch” o el “crujido” de polvo que impregnaba la reproducción mediante aguja, ya fuese de acero o diamante, el odioso “crepitar” estaba ahí, hiriéndome los oídos.
Llegué al punto de probar con aceite para limpiar los discos, pero solo conseguí casi arruinar la aguja, limpiaba concienzudamente los discos para disminuir el dichoso crujir del polvo en la aguja y nunca lo conseguí.
Por eso cuando apareció la cinta de Casete de uso comercial, fui medianamente feliz, pues por primera vez escuché un sonido sin ese odioso ruido.
Lo malo era que cuando grababa un disco de vinil en un casete, el “scratch” se iba con la grabación, así que inició mi época de comprar cintas originales, lo malo es que con el tiempo las cintas se deterioraban, se enrollaban o perdían calidad.
Mi felicidad fue total cuando apareció el formato Compact Disc o CD, entonces el sonido era totalmente limpio y podía percibir tonalidades e instrumentos que no alcanzaba a escuchar con las reproducciones de vinil.
Luego aparecieron los formatos electrónicos, el mp3, WAW, AIFF, OGG, FLAC, ALAC etc. que abren nuevos debates en cuanto a calidad y posteriormente con las tecnologías inalámbricas se le añade leña al fuego.
A pesar de todo, a mí me gusta más el sonido del CD, a mi muy particular juicio, es superior a los digitales y a cualquier otro formato.
En esos tiempos, los noventa, es que empezaba el debate de que si el vinil suena mejor y yo siempre me decanté, por lo contrario, suena peor, a la fecha mantengo mi posición.
Existen debates y sesudas explicaciones técnicas en uno u otro sentido, como las siguientes.
¿Qué suena mejor al oído, un vinilo, un cd o un dvd de audio?
¿De verdad suenan mejor los vinilos y los magnetófonos o es solo una moda retro más?
Podrán argumentar lo que quieran, pero yo sé que al final, más que de frecuencias y decibeles, se trata de percepción y en mi oído el sonido de la aguja crujiendo contra el polvo en los surcos no resulta nada agradable, ni “cálido”, ese gusto es en realidad, a mi juicio, pura nostalgia.
A mis oídos, los formatos digitales quedan superados por el sonido del CD.
Sin embargo, no critico a los chicos por reunirse en torno a un disco para escuchar las canciones, es una gran costumbre que se había perdido y es bueno que la estén retomando, aunque sea con “scratch” y todo.
Como conclusión personal, la mejor plataforma de sonido para la música es el Compact Disk.
Se que no todos estarán de acuerdo.