El origen de la agricultura – cuento pipil

El origen de la agricultura

Los Muchachos de la lluvia al dejar a su abuela, se fueron lejos a otra parte de la montaña, descubriendo que tenían un talento innato para controlar el ambiente y comenzaron a aprender cómo manejar las nubes, la lluvia y el rayo, en un sueño común, Tlaloc el dios de los cerros, del agua y de la fertilidad les había dicho que, al crecer, ellos serían sus ayudantes, pero todavía no sabían muy bien cómo dominar la lluvia.

Todos los días salían a buscar alimentos, porque la caza no abundaba y un día que andaban cazando por el bosque, pero sin mucha suerte, vieron a un pájaro Cheje que se comía una mazorca de maíz, como las que usaba su abuela para hacer tortillas y otros alimentos sabrosos.

Luego, unos a otros, se dijeron:

— Miren, ese pájaro, ¡Se está comiendo una mazorca de maíz!

— Pongan atención, veamos de dónde trae las mazorcas.

— Si vemos, de dónde las trae, nos irá bien: ¡Tendremos algo de comer!

Lo siguieron por mucho rato en silencio, el pájaro Cheje a cada rato se detenía y volteaba a ver, porque sentía que lo estaban siguiendo, entonces ellos se agachaban y no se dejaban ver.

El pájaro seguía volando y ellos siguiéndole hasta que vieron, que se metió por un pequeño hueco a una montaña para sacar las mazorcas.

Al ver esto se asombraron y cuchichearon entre sí:

— ¿Como hacer, para sacarlas nosotros también?

Y entonces respondió Cixin (el más pequeño de ellos):

— ¡Ah, eso ya lo podremos hacer!

— ¿Como lo vamos a hacer?

— ¡Hagamos una gran nube! ¡Produzcamos un gran rayo que parta la montaña!

— ¡Nunca hemos hecho una nube!

— Debemos juntar el agua del aire en gotitas y cuando tengamos miles, entonces tendremos una gran nube de tormenta.

— ¡Hagámoslo pues!

Cheje

Pájaro Carpintero de El Salvador y Centroamérica

Luego pusieron manos a la obra, comenzaron a trabajar para hacer la gran nube, se concentraron, buscaron la humedad en el ambiente, la sintieron y mentalmente fueron reuniendo molécula a molécula hasta juntar una gotita de agua, luego otra y otra, en cantidades muy grandes que se fueron acumulando en una masa gaseosa, pero al final de tanto esfuerzo, sólo lograron una nubecita.

Sin embargo, quedaron exhaustos y consideraron que, aunque pequeña, era suficiente para producir un buen rayo que abriera la montaña y dejara libre el maíz.

El mayor de los muchachos se adelantó confiado en su calidad de ser el primero, agarró su pedernal y con las chispas logró lanzar un rayo cuyo trueno resonó por el cielo, pero no pudo hacer que pasara nada con la montaña, solo quemó un arbusto.

Entonces lo siguió el próximo, hizo lo mismo con su pedernal, se puso de cara a la nube y raspando su pedernal encendió otro rayo, pero igual que el anterior, apenas chamuscó un cuadrito de hierba.

Cuando el pequeño, vio que los mayores no podían hacer nada, dijo:

— Vamos a ver si yo puedo

En medio de las miradas burlonas de sus hermanos, Cixín, hizo chocar los pedernales y produjo una gran chispa que terminó en un gran rayo que cayó sobre la roca y comenzó a rajar la montaña, ante el asombre y envidia de sus hermanos mayores.

Lo malo es que, a pesar de la fuerza de su rayo, no era suficiente para abrir la montaña y dejar descubierto el maíz, hacía falta más fuerza en los rayos.

Al ver el efecto que había logrado con su rayo, se percató que el rayo tendía a dirigirse a un lugar delante de conde él se encontraba, pensó que si se acercaba al punto donde querían abrir la montaña, tal vez pudiera enviar con más fuerza el rayo, pero corría el riesgo de quedar atrapado al rajar la montaña, entonces les dijo a sus hermanos:

— Golpearé el pedernal nuevamente para hacer un rayo mayor, pero si quedo entrampado- ¿Me sacarán ustedes?

— Si, te sacaremos

— ¡Entonces, lo haré!

Preparándose con cuidado, acomodó bien sus pedernales y los golpeó con gran fuerza causando un huracán y salió con gran estruendo un enorme rayo que partió la montaña, haciendo que se derrumbara parte sobre él, dejándolo aprisionado, adentro y con el maíz asomando entre los escombros.

Entonces dijeron los mayores:

— ¡Vamos a sacar las mazorcas de maíz!

— ¡Ayúdenme a salir!

— Espérate Cixín, las más grandes son para nosotros

— ¡Sáquenme de aquí

— ¡Ya te vamos a sacar, espérate!

— ¡Dame esa mazorca grande!

Todos los muchachos se repartieron las mazorcas más grandes y dejaron un pequeño montón con las más pequeñas, mientras el menor de los muchachos seguía atrapado, al sacar todas las mazorcas, se las comenzaron a comer con deleite.

Cuando al fin liberaron al pequeño Cixín, este preguntó:

— ¿Y cuál es mi parte?”

— ¡Todo el resto es tuyo!” — Y le mostraron el pequeño montón de raquíticas mazorcas

Al percatarse del engaño y abuso de sus hermanos mayores, el pequeño Cixín enojado les dijo.

— ¡Esto que han hecho es el Colmo!

— No te enojes ¡Ja ja ja!

Entonces tomó su maíz y se lo llevó sin proferirles palabra alguna, mientras ellos reían y cantaban, pues estaban satisfechos luego de haber comido.

Cixín bajó de la montaña y se fue al campo, a un lugar cerca del río, se sentó a la sombra de un enrome árbol con su carga de maíz y separando una parte de sus mazorcas, escogió los granos más grandes y los apartó, luego con el resto hizo tortillas y atole, para comérselo y saboreando sus manjares quedó también satisfecho.

Los granos grandes de maíz que había apartado, los fue sembrando uno por uno a espacios regulares y una vez sembrada su milpa, la regó con agua del río, después construyó una choza para dormir cerca de su siembra.

Los muchachos mayores solo se comieron su maíz y no lograron nada más, pero pudieron cazar conejos y se olvidaron del maíz por un tiempo, Cixín que había participado en la cacería, también tenía su parte de la carne y se alimentó, pero además tenía su milpa sembrada y no les dijo nada.

Como era tiempo de invierno, Cixín aprendió a juntar las nubes que abundaban para que lloviera sobre su milpa cuando él quería y la milpa fue creciendo.

Llegó otro tiempo en el que la caza escaseaba y nuevamente comenzaron a sentir hambre, pero Cixín tenía su milpa con elotes y con ellos hizo tamales, riguas, atole, elote cocido y asado, tenía una gran cantidad de platillos deliciosos y variados.

Sus hermanos lo llegaron a visitar y al ver tanta variedad de bocadillos, sintieron que se les hacía agua la boca y le pidieron de todo.

Cixín les dio a probar de todo lo que había hecho y sus hermanos quedaron maravillados de que se pudieran hacer tantas variedades de comida de un mismo fruto.

Se fueron a cazar pero nuevamente no lograron obtener ninguna presa, entonces con hambre se fueron a la choza del pequeño y le preguntaron:

— ¿Como lo haces

El pequeño Cixín les contestó:

— Tomen un poco de maíz, vayan, hiervan el maíz en una olla ¡Después lo siembran!

Los hermanos lo hicieron, se llevaron el maíz que les había dado y desgranaron las mazorcas, sacaron los granos cocidos y los sembraron, pero el maíz no germinó y regresaron nuevamente

— El maíz que nos diste no germinó y tenemos hambre

— El maíz hervido se hace masa y se pueden hacer tortillas con él, miren

Y con una piedra de moler, amasó los granos de maíz cocido y los hizo masa, luego tomó un poco de masa y le dio forma con las manos, las puso en el comal y les dio una tortilla a cada uno, que se comieron con mucho deleite

— Tomen más maíz, siémbrenlo así, sin hervirlo

Y los hermanos se fueron a sus casas y en sus terrenos, sembraron el maíz y comenzó a germinar, pero en eso dejó de llover y sus matas se secaron y no obtuvieron cosecha.

Entonces los hermanos vieron la hermosa milpa del pequeño, que estaba bien crecida y regada a pesar de que no llovía y se dijeron entre sí:

— ¡Iremos por la noche a robarle!

Esperaron la noche y se dirigieron al maizal de Cixín, al llegar, vieron que el pequeño andaba rondando, cuidando su maizal, pues vieron la brasa de un cigarro en medio del maizal, pero en realidad no era él, sino que se había ido a acostar, encargándole la guardia de su maizal a las luciérnagas que andaban por todo el maizal iluminando y haciendo creer que era Cixín el que andaba fumando entre las hileras de su milpa.

Entonces sus hermanos mayores se decepcionaron mucho y dijeron:

— Es imposible robarle: ¡Él está ahí ya está fumando!

— ¡Regresaremos durante el día, vendremos a medio día!

Se fueron a dormir y al día siguiente al medio día, regresaron, pero un pájaro carpintero comía en esos momentos y al sentirlos, comenzó a alborotar.

Entonces nuevamente se equivocaron y pensaron que ahí andaba diciendo.:

— Allí está, ¡escúchenlo! está resfriado, estornuda,

— Por eso no puede dormir de noche”

El pequeño también había ideado, como llevar el agua desde el río cercano hasta donde él tenía la milpa sembrada, había inventado la irrigación.

Se habían dado cuenta, que en ninguna parte había llovido y solo el campo de maíz de Cixín estaba húmedo de agua.

Al ver los grandes, que el agua se había regado sólo sobre la milpa del pequeño, quisieron ver cómo lo hacía, ¿Cómo se regaba?, pero no lograban entender.

Al final, comprendieron que el pequeño era el más inteligente de todos ellos y que no podrían estarse peleando con él, que, si no hacían las paces, se morirían de hambre cuando no hubiera caza y estarían siempre dependiendo de lo que él les quisiera regalar.

Se encaminaron a pedirle un poco de maíz, y dijeron:

— Hermanito. ¿Cómo haces para sembrar en el tiempo seco, y logras, y nosotros, no logramos nada?”

— Yo no quisiera darles nada, porque han sido muy malos conmigo ¡Pero les daré! Vayan y no os comáis el maíz.

— ¡Si lo comen no germinará! — entonces añadió

— Vayan y siémbrenlo, yo les enseñaré cómo desviar el río para regar su plantación, verán que, dentro de ocho días, lograréis maíz. ¡Váyanse! No regresen más, ¡No regresen más!”

Entonces los hermanos se fueron con su enseñanza y aprendieron del pequeño como cultivar el maíz en invierno y en verano y no pasaron hambre nunca más

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