La historia del Cipitío

El Cipitío también conocido como Cipitín, Cipitillo, Cipito, Cipe, es un personaje legendario de origen náhuatl cuya leyenda se conoce en casi toda Centroamérica y México.

Es el hijo de diez años de la Siguanaba, el niño abandonado a su suerte por su madre, que come ceniza de las cocinas de leña, lo que le ha provocado una gran barriga.

Deambula por las casas buscando ceniza en las cocinas y deja unas pequeñas huellas que confunden a quien quiera seguirlas pues tiene los pies colocados al revés y apuntan en la dirección de donde vino, no hacia dónde va y al seguir las huellas se llega al lugar desde donde partió, nunca al destino.

¿A donde va?

Es pequeño y barrigón, usa pantalones cortos y camisa amplia de manta cruda, es decir blanca amarillenta, que siempre está sucia, coronando su cabeza lleva puesto un característico y enorme sombrero de paja de ala ancha, y punta larga que lo protege del sol, a veces se lo representa con caites de cuero o descalzo cuando deja sus pequeñas huellas en la ceniza.

A diferencia de su peligrosa y malvada madre, el Cipitío es totalmente inofensivo, pero es muy travieso y burlón, se esconde en los matorrales para poder molestar a las chicas bonitas que pasan por los caminos y entonces les dice piropos, les tira piedritas o flores, se ríe burlonamente, pero no con espeluznantes y enloquecidas carcajadas como su madre, sino con risa de niño, pero no se deja ver, a pesar de su enorme sombrero y barriga.

Dicen que solo los niños lo pueden ver, pero al pasar, pues nunca se detiene a jugar con ellos, solo gusta hacer bromas, reírse y burlarse de todos, a las chicas bonitas las molesta, pero a veces, alguna le gusta un poco más que las demás y la persigue con las mismas bromas por todos lados.

Existe una forma de alejarlo que explicaremos a continuación.

Aunque no es especialmente dañino ni peligroso, el Cipitío puede ser muy molesto para una muchacha que es objeto de sus hostigamientos y requiebros amorosos, por eso se dice que, para alejarlo, la chica en cuestión debe ir a sentarse a la taza de un inodoro con un bocadillo y comérselo mientras permanece sentada como si estuviera haciendo sus necesidades, este mal hábito es aborrecido por el personaje quien asqueado se aleja de la víctima dejándola en paz.

Si se intenta atraparlo, tiene el poder de transportarse de un lugar a otro, desapareciendo de pronto y dejando totalmente confundidos a sus perseguidores.

Además de ceniza come se dice que come con extremo deleite un tipo de guineo llamado Majoncho, que es una especie de banano pequeño y de un sabor peculiar.

Guineos Majonchos

La historia del Cipitío

Su nombre era Cipit, era el hijo de Sihuehet y Yeisun, hijo de Tlaloc, pero su madre nunca cuidó de él y se dedicó a la vida licenciosa por lo que fue castigada debido a esa mala vida y a sus acciones, a ser la Siguanaba, terror de los hombres infieles o mujeriegos y como daño colateral, su hijo recibió parte del castigo, pero en forma diferente, pues no hace daño a nadie y no asusta, al contrario de su madre.

De acuerdo con otra versión de la leyenda, Cipit nació de la relación que tuvo su madre, la diosa lunar Sihuet o Sihuehuet, con el dios Lucero de la Mañana, cometiendo un acto de traición al dios Sol que era su esposo.

Por esta razón, el dios de dioses, Tláloc, condenó tanto a la madre como al hijo.

En ambas versiones, Cipit queda condenado a ser un eterno niño de diez años que se dedica a molestar y a burlarse de los demás, sin provocar daño alguno. El Cipitío es una figura mítica especialmente en El Salvador, sin embargo, tiene relevancia también en el resto de Centroamérica y en México, su leyenda ha evolucionado a través del tiempo, muchos elementos, características y atributos se han ido adaptando al punto de que se mantiene vigente con los tiempos, aunque en el fondo, conserva su esencia ancestral.


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