Con el último bohemio, se apagó también la voz del organillo. No se escucha en el San Salvador de hoy la música del inquieto nocheriego. No invade ya las callejas
del suburbio su estrépito rodante.
La algarada de taberna o de plazuela, el coro de la chiquillería en las barriadas, la pobre fiesta de mesón o la faunalia sabatina, no sabe ya del concurso que ponía otrora el organillo. La marimba, la piznola, el fonógrafo y la victrola, como a la ponderada orquesta, han desplazado asímismo al organillo humilde.
Plebeyo, si queréis, pero este cantor supo de la turbulencia o sosiego del alma popular.
Muchas tristezas, como si se tratase de un alcohol, las tornó alegría, y muchos goces los desdobló en ternura. Mímí criolla, la costurera, la abeja de taller, la oscura Margarita, el artesano, el estudiante, el gran señor de la bohemia, todos desnudaron su corazón al reclamo de esta caja vibrante.
Muchos que hoy llevan la casaca burguesa, más de una vez gustaron repicar cascabeles en la fiesta de guasa y organillo.
A través del cristal de un automóvil, alguien tal vez, al pasar por los suburbios, ha saboreado alguna bella añoranza……..
¡Ah, entonces cuando la juventud era repique constante y se sabía gozar el amor en toda plenitud sonora!
¿Cántos de vosotros, dueños de gravedad y compostura en el presente, no añorais el desgarbo jubiloso de aquellas cosas distantes’?
¿Y no lloráis también sabiendo que vuestro clavicordio interior no alcanza a renovar la olvidada sonata ? …
Hace tiempo, el poeta, uno de los últimos bohemios, en una noche de maleficio y desconsuelo, clamó por ser hermano del organillo que tocaha cercano
Así decía el poeta en aquella noche de abril y así cantó con el organillo su dolor o regocijo, en el seno de la noche o en la hora en que se van los violines y caen las rosas por el suelo ….
Y como siempre, había un secreto afán de misericordia en su vida de entonces ….
Hoy, el organillo ha dejado su andanza y su cantar. Marimbas, pianolas, victrolas multiplicáronse, arrinconándolo como a un viejo que rezongara y tosiera siempre. En algún lúgubre galerón dormirá para nunca más despertar. Ha muerto su alegría o su lamento, lo que en él fuera música diversa y propio palpitar.
Sólo el poeta, sin poderlo gritar eternamente, aún vaga entre el tormento y la exultación de la vida.
Voces de terruño – El Salvador 1929
Francisco Miranda Ruano
1895 – 1929
Escritor prosista salvadoreño, mantuvo actividad intelectual desde 1899 hasta 1929, año en que terminó su vida en suicidio, su único libro, “Las voces del Terruño” (1929) fue impreso póstumamente por su esposa doña Isabel Miranda, a partir de las publicaciones dispersas en periódicos y revistas de la época, fue parte de La Peña un grupo de intelectuales como Camilo Campos, Quino Caso, Salarrué, Julio Enrique Ávila, Lilian Serpas, etc.