A mediados de los años setenta en las viejas salas de cine de San Salvador, durante el lapso entre una emisión y otra de películas, en la sala se escuchaba por el equipo de sonido música “de ascensor” o de “almacén de ropa”.
La música era una selección de música instrumental de alta calidad y casi siempre era la misma lista en la mayor parte de cines, sobre todo en los que formaban parte de alguna cadena o circuito de salas de teatro, como se les llamaba.
Esta lista musical también se escuchaba en los canales de televisión cuando enviaban la señal piloto que anunciaba la próxima tanda de emisión.
Muchas de estas canciones eran de mi agrado, pero había una en especial que comenzaba con una serie de acordes acompasados como en un ritmo marcial y luego seguía una bella melodía, esta canción era Et Maintenant (¿Y ahora qué?) de Gilbert Bécaud.
Fue una triste forma de contacto con la hermosa canción ya que no era precisamente una pieza preferida en nuestras guapachosas radios locales, sin embargo, la pude ver en alguna ocasión interpretada por diversos cantantes en los programas de variedades musicales que de cuando en cuando transmitían por televisión. Hasta años después tuve acceso a la letra y a una traducción al español lo que hizo que dicha canción me gustara aún más, aunque con el tiempo la fui olvidando.
La canción habla de un adiós desgarrador luego de una pasión desbordada, “Et maintenant, ¿qu´est-ce que ye vais faire?” (¿Y ahora que voy a hacer?, Con todo este tiempo que será mi vida), se dice que la compuso en una noche de pasión con la actriz Elga Andersen, actriz y cantante alemana, con quien coincidió en 1961 durante un vuelo de París a Niza que casualmente hicieron juntos. Hay toda una anécdota también en torno a esto.
Recientemente escuché de nuevo la canción y me puse a investigar un poco su historia, pero encontré más interesante una tierna anécdota de su compositor y cantante.
En la bulliciosa ciudad de París, un joven francés que había estudiado piano en el Conservatorio de Niza buscaba su oportunidad en los bares y restaurantes de la bohemia parisina. Este joven, de nombre, Gilbert Bécaud, iba acompañado por su madre, recorriendo varios lugares en busca de trabajo como músico. Un día, se presentó en un Piano-Bar donde estaban buscando un pianista de calidad. A pesar de impresionar al dueño del lugar con su talento, se le dijo que no podía tocar ya que, por etiqueta, el local exigía el uso de corbata, prenda que no llevaba en ese momento.
La madre de Gilbert, vestida con un sencillo vestido azul con puntos blancos, deshizo el ruedo de su falda y con ayuda de aguja e hilos que siempre andaba consigo, le confeccionó una corbata improvisada al joven pianista. Ya vestido “adecuadamente”, se le permitió tocar, y el dueño quedó tan cautivado que lo contrató de inmediato.
Desde ese momento, Gilbert Bécaud, siempre usó una corbata azul con puntos blancos en todas sus presentaciones.
Con el tiempo, la corbata azul con puntos blancos se convirtió en su distintivo, un símbolo de superación y dedicación. Gilbert Bécaud no solo destacó como pianista, sino también como cantante y letrista. Sus canciones, llenas de emoción y melancolía, resonaron en los corazones de sus seguidores, llevándolo a la cima de la escena musical francesa.
Fue uno de los compositores más prolíficos de Francia, junto con Edith Piaf y Charles Aznavour, además de Et Maintenant, sus canciones Nathalie, Le jour où la pluie viendra, pasaron a ser parte del repertorio francés por excelencia.
Años después, Bécaud compartía esta anécdota para ilustrar por qué siempre llevaba una corbata azul con puntos blancos. La fama del músico se extendió internacionalmente, convirtiéndolo en un referente de la chanson française.
El libro de Sergio Ried Anguita, “La Corbata de Gilbert Bécaud y otros cuentos”, exploraba las múltiples facetas de la vida del artista, revelando no solo la anécdota famosa, sino también otras historias y curiosidades que rodearon su carrera. Bécaud, agradecido, recordaba en cada entrevista el gesto de su madre y cómo ese momento crucial cambió su destino.
La canción “Et Maintenant”, una de sus piezas más famosas, continuó resonando en la memoria colectiva. Aunque inicialmente pasó desapercibida en la radio local, con el tiempo se convirtió en un clásico atemporal. La corbata azul con puntos blancos seguía siendo un emblema de determinación y cariño maternal, recordándonos que incluso en los momentos más simples, se pueden encontrar las semillas de grandes historias.
Al margen de su vida personal y amorosa, que fue muy intensa, la existencia de Gilbert Bécaud, estuvo marcada por la música y la memoria de una corbata confeccionada con amor materno, que perdura como un legado inspirador en el mundo del arte.