El cementerio de Praga – Umberto Eco (Reseña)

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Eco siempre es un escritor genial, esta novela es como todas las del italiano, una obra maestra que merece todos los elogios, pero que a la vez,  ha cosechado abundantes críticas y ataques.

En resumen, es la historia del capitán Simone Simonini, un falsificador piamontés, a mediados del siglo XIX, que se encuentra en el límite de ser italiano y francés, quien “hereda” de su jefe el negocio, basado en el arte de la creación de replicas o en la mayor parte de casos, versiones “convenientes” de documentos legales, testamentos, declaraciones y toda clase de escritos por encargo.

Al mismo tiempo es reclutado como espía, agente secreto, doble agente y creador de conspiraciones, participando junto a Giuseppe Garibaldi en la expedición de los camisas rojas, formando parte de las intrigas que se movieron al inicio de la unificación italiana, teniendo algo que ver con los Jesuitas, carbonarios y la Francmasonería entre otras organizaciones.

Según la novela, también tiene incidencia en la Comuna de París, en el famoso Caso Dreyfus, el Fraude de Taxil y sobre todo es destacable la supuesta participación que tiene en la manipulación de información y el punto culmen es su reclutamiento por parte de la Ojrana, la policía secrea del Zar Nicolás II para la creación de los famosos Protocolos de los Sabios de Sion, un documento falso que propaga teorías conspirativas antisemitas, el cual dio “justificación” los pogromos o ataques violentos contra judíos perpetrados por poblaciones locales no judías en el imperio ruso y luego en todo el mundo.

El personaje es anti semita, misógino, glotón, sin escrúpulos, un mercenario de la falsificación, comerciante de hostias consagradas para misas satánicas, que inicia despotricando contra los judíos, luego contra los alemanes, se burla de los franceses, odia a italianos, a los masones y a las mujeres, moviéndose como serpiente, siempre buscando su beneficio, pero sufre de un desdoblamiento de personalidad y se encuentra atrapado entre su personaje principal como el Capitán Simonini y el Abad Dalla Piccola, con quien tiene “correspondencia”, creyendo que se suplantan entre sí, pero con la sospecha de ser la misma persona.

Ante este problema decide consultar a un tal Doctor “Froide”, (Sigmun Freud) a quien se retrata como un médico extraño con adicción a ciertas drogas, quien le recomienda escribir un diario para desentrañar el origen de su enfermedad.

Además de Garibaldi y Leo Taxil, desfilan muchos personajes famosos como Alejandro Dumas, Sigmund Freud, Maurice Joly, y muchos más, no siempre haciendo un buen retrato de ellos, dejando una estela de duda sobre la veracidad de las características mostradas por dichos personajes.

Todo este coctel de hechos históricos, organizaciones o sectas y personajes con el tratamiento que les ha dado, terminó por levantar polémica en varios sectores, como la iglesia y los judíos, así como otros actores que se vieron “afectados” por las líneas de pensamiento del protagonista, pero es que ahí estriba realmente la genialidad de Eco, al construir un personaje que es la suma de todos los odios que gravitaban en torno a la historia de esa época.

El periódico “El País” en su artículo titulado “Umberto Eco y la liga judeocristiana” publican que en el periódico L’Osservatore Romano del vaticano se criticó de la mano de la historiadora Lucetta Scaraffia lo siguiente: “Denunciar el antisemitismo poniéndose en la piel de los antisemitas no funciona como una verdadera acusación. El lector acaba por resultar contaminado por el delirio antisemita [de Eco]. Cuando se evoca el mal, es necesario enfrentarlo al bien, para que sirva de contraste. La reconstrucción del mal sin condena, sin héroes positivos, adquiere una apariencia de voyeurismo amoral”.

Creo que parte del ardor católico se debe a frases como estas: “los curas repiten que su reino no es de este mundo, pero ponen las manos encima de todo lo que pueden mangonear”; los jesuitas son “masones vestidos de mujer”, frases puestas en boca de su detestable personaje, pero que se las atribuyen al pensamiento del escritor y filólogo italiano

Igual recibimiento y opinión mereció de parte de la comunidad judía.

Eco llegó al nivel de fama y a la edad en que ya no le importaba molestar, escandalizar o espantar y creó una obra maestra, por lo menos, lo hizo mejor que Cortázar con su detestable 62 Modelo para armar, del que hablaré luego.

José María Vallejo en su artículo “El Cementerio de Praga, una guía para entender los peligrosos mitos modernos” inicia con estas palabras:

“La característica principal de la gente es que está dispuesta a creérselo todo”. La afirmación es una de las ideas principales que ronda la novela “El cementerio de Praga”, con la que Umberto Eco desglosa la forma en que se construyen los mitos en la sociedad moderna.

José María Vallejo

No hay forma de perder, cuando se trata de Umberto Eco, si no la han leído ¿Que esperan?

«Una novela satánicamente peligrosa, como lo son todos los cuentos irónicos, especialmente si caen en manos de un lector ingenuo. Así que, lectores ingenuos, bobos crédulos: ¡manteneos alejados! Esta bufonada magníficamente astuta, aterradora, enrevesada y enamorada de la historia va dirigida únicamente a los sabios, los intrépidos y (si puede atreverse una hoy en día con tamaña referencia bíblica) los justos.»

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