Mitos y leyendas persistentes de las seudociencias

Mozar

En El Salvador siempre se ha tenido una delincuencia prospera y floreciente, aún cuando muchos piensan que los tiempos anteriores siempre fueron mejores, una de las formas más amables de ser robado (si se puede decir de esa forma) eran las famosas estafas, tales como la barra de oro, el boleto de lotería premiado, etc. Donde al pobre incauto se le ofrecía ya sea una barra de oro por unos cuantos colones (o sea la moneda de antes), o un billete de lotería premiado, en ambos casos jugaba papel importante la avaricia de la víctima (y no tanto la estupidez). Al final del cuento era que la persona terminaba con menos dinero y objetos sin valor.

Eso mismo pasa con aquellos que suelen practicar la parasicología y todas sus ramas afines, el mundo está lleno de sinvergüenzas que lo único que buscan es obtener beneficios de la credulidad de las personas. La parapsicología no requiere de resultados basados en la evidencia, por tanto sus campos de acción resultan ser tan etéreo que cualquier cosa puede caber en él y así tenemos la levitación, visión del aura, la astrología, la telepatía, telequinesis, los niños morados (digo índigos) la homeopatía, iridología, el psicoanálisis, flores de bach, radionica radiestesia y un gran y largo etc.

Cualquier tema es bueno para ellos siempre y cuando puedan sacarle lucro, un ejemplo de ello esa el mito de que se utiliza solo el 10 % del cerebro, un tema muy en boga en la mitología de la nueva era con aquello del hombre nuevo , que somos “diosecillos”, solo usamos el 10 % de nuestro cerebro y que los grandes pensadores como Einstein apenas, según el decir de algunos, utilizaba del 15% al 20% de su cerebro

Este mito surge de las primeras investigaciones del cerebro, los instrumentos utilizados y el desconocimiento sobre la naturaleza encefálica hizo suponer que extensas partes del cerebro en efecto estaban “dormidas”; particularmente de las zonas frontales o prefrontales del cerebro humano.

La verdad es que usamos mucho más que el 10%, en realidad para poder existir el ser humano necesita del 100 % de nuestro cerebro, por algo somos cabezones (como lo descubrieron nuestras respectivas madres en el momento de nuestro alumbramiento) y su volumen representa algo así como el 3 % del volumen total de nuestro cuerpo y aún así, el cerebro consume un aproximadamente 15 % de la energía del cuerpo. (lo cual nos da una idea de la intensa actividad que despliega).

Otro mito más actual es el llamado efecto Mozart un ejemplo de ello es lo que publica un blog que menciona: “Según algunos científicos, el efecto Mozart tiene grandes beneficios sobre el ser humano, como ayudar a desarrollar la inteligencia de los niños, atenuar los efectos de algunas determinadas enfermedades como el alzheimer, etc.

¿Quien fue el que se inventó eso?

El origen de este mito comienza el 2003 cuando la afamada revista científica Nature publicara una investigación de la Universidad de California donde encontraron que escuchar música de dicho compositor favorecía el razonamiento espacial, « Pero la mejora que se lograba con la sonata desapareció después de unos 15 minutos. Otros científicos intentaron repetir el experimento y nunca se llegó a los mismos resultados». (ABC ES)

“En 2007 un reporte publicado por el Ministerio alemán de investigación, del que se hizo eco Nature, y un análisis posiblemente de toda la literatura científica relacionada con música e inteligencia, concluye que «escuchar pasivamente la música de Mozart —o cualquier otro tipo de música del agrado de uno— no hace a una persona más inteligente. Pero otros estudios deberían ser realizados para comprobar si la audición de música podría incrementar a largo plazo el coeficiente intelectual de un niño…». En mayo de 2010 un equipo de científicos de la Universidad de Viena comprobó la influencia de la música de Mozart en 3.000 personas, y los resultados no registraron ningún incremento en la inteligencia de los sujetos que habían sido sometidos al experimento” (Wikipedia ).

Habrá muchos beneficios acostumbrar a los niños desde bebes (o incluso en el vientre) a escuchar música no solo de Mozart, si no clásica en general u otro tipo, fomentar el gusto por la buena música, estimularle el oído musical, puede desarrollar formas de combatir el estrés, el estudiar con música neutra, puede favorecer la concentración y por ende la mejor asimilación de los estudios, pero de ello a que uno se va a volver genio, pues hay mucha tela que cortar.

Como suele sucede con las seudociencias acostumbradas a vivir en un universo de hadas, gnomos, extraterrestres, sin ninguna vergüenza le dan la espalda al sentido común y la ciencia, así tenemos, ventas de cd, libros de “autoayuda”, “métodos para mejorar nuestras capacidades”, cursos “de crecimiento”, “despertar la conciencia” que prometen despertar el potencial “dormido” de nuestro cerebro.

Al final el pobre iluso termina con menos dinero, con una barra de chatarra y un billete falso.

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Todos los derechos reservados Omar Nipolan