Omar Nipolan

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¿Leer por leer o para tener éxito en la vida?

Lectores

La historia de la Autoayuda

Conozco a mucha gente que lee bastante y las obras que lee en su mayoría son cosas como “El secreto del éxito en la vida”, “Conviértete en un tiburón para las finanzas”, “Domina a los demás, en especial a las mujeres bonitas (hombres guapos)”, “Piensa como millonario, para ser uno de ellos”.
Literatura denominada “de autoayuda”.

Cuando les pregunto por alguna novela o libros de relatos, se me quedan viendo con cara de venadito deslumbrado por las luces de un coche en medio de una carretera a medianoche, no conciben que exista literatura de evasión o de entretenimiento. Para ellos toda lectura debe dejarles un conocimiento, un cambio en su vida, una manera de vivirla y creo que está bien, pues es su particular gusto.

Yo una vez hice el intento de leerme un libro de Napoleón Hill, aquel famoso libro “Piense y hágase rico”, que mi padre tenía tirado por ahí. No pasé de las primeras tres páginas, no porque fuera malo, sino porque eran temas que no me interesaban entonces y dudo que en estos tiempos me interesen aún.

En esos momentos, no se había desatado el boom de los libros de autoayuda que nos ahoga ahora y se contaban con los dedos de las manos los libros de este género como el famoso “Hace falta un muchacho” de Arturo Cuyás en 1913, “Cómo ganar amigos e influir en las personas” escrito por Dale Carnegie en 1936, “El vendedor más grande del mundo” de Og Mandino en 1968, “Tus zonas erróneas” de Wayne Dyer en 1976.

Creo que a partir de mediados de los años 80 comenzó el Boom de los libros de autoayuda entre los que destacan “Los siete hábitos de la gente altamente efectiva” de Stephen Covey de 1989, “Las 48 leyes del poder” de Robert Green y Joost Elffers en 1998 y a partir de ahí una enorme cantidad de libros de autoayuda que resulta abrumadora.

Incluso yo escribí un libro de autoayuda sobre finanzas, “Cómo salir de una crisis económica doméstica: Y no volver a caer de nuevo”.

Incluso hice una versión en inglés:

De forma sorprendente y contra lo que esperaba, he tenido al menos un par de ventas de estos libritos que están sin mayor promoción olvidados entre el montón de libros de autoayuda.

En lo personal, leer lo hago por pura entretención, como una forma de evadirme de la realidad y el trajín diario, como un descanso a la mente, mi trabajo es técnico y cien por ciento mental, por eso necesito y valoro evadirme de esa presión por medio de la lectura.

Leer para aprender a ser mejor persona no entra entre mis gustos literarios, pero no puedo criticar a nadie por hacerlo, ya que, en muchas ocasiones, estas lecturas si ayudan a las personas a mejorar aspectos de su conducta o a modificar patrones que pueden ser negativos.

Mi librito se lo regalé a un amigo que estaba en verdaderos problemas financieros y le pedí que le diera la oportunidad de seguir los consejos paso a paso.

Lo hizo y su situación mejoró mucho, logró salir de deudas y ahora puede ahorrar un poco, cuando un par de años después me lo encontré, me agradeció la “ayuda” que le brindé, Me sentí realmente muy bien por él y más por haber cambiado una vida de forma indirecta.

Ese debe ser quizá el mejor aliciente, además de ganar dinero en el interín, para los escritores de este tipo de libros. Saber que cambian vidas.

A continuación, les dejo una breve historia de los libros de autoayuda desde la antigüedad:

  1. Sabiduría ancestral y filosofía práctica (Antigüedad)
    Los primeros libros de “autoayuda” no se llamaban así, pero cumplían el mismo propósito: enseñar a vivir mejor. En la antigua Grecia, Epicteto, Séneca y Marco Aurelio escribieron sobre cómo mantener la calma, la virtud y el dominio de uno mismo. Su escuela, el estoicismo, puede considerarse una de las primeras formas de autoayuda filosófica.
    En Oriente, textos como el Daode Jing o Tao Te Ching de Lao-Tsé y los Upanishads hindúes que complementan los Vedas, ofrecían consejos sobre armonía interior y propósito de vida.
  2. Edad Media y Renacimiento: Moral, religión y virtud
    Durante la Edad Media, la autoayuda tenía un tono más espiritual y moralista. Libros como La Imitación de Cristo de Tomás de Kempis buscaban guiar al alma hacia la virtud cristiana. La introspección seguía presente, pero bajo el lente religioso.
    En el Renacimiento, el humanismo revaloriza al individuo. Obras como Ensayos de Michel de Montaigne invitan a conocerse a uno mismo a través de la reflexión personal.
  3. Ilustración y siglo XIX: Autonomía y progreso personal
    Con la Ilustración llega el énfasis en la razón y el progreso individual. Libros como La riqueza de las naciones de Adam Smith, aunque económicos, contienen ideas de superación personal a través del esfuerzo.
    En el siglo XIX, aparece Samuel Smiles, considerado el verdadero padre del género moderno, con su libro Self-Help (1859), que literalmente da nombre al género. Proclamaba la virtud del trabajo duro y la autodisciplina como caminos al éxito.
  4. Siglo XX: Psicología popular y éxito personal
    El auge de la psicología llevó el género a nuevas alturas. Desde Dale Carnegie con Cómo ganar amigos e influir sobre las personas (1936), hasta Norman Vincent Peale con El poder del pensamiento positivo (1952), la autoayuda se vuelve masiva y optimista.
    Más adelante, autores como Stephen Covey (Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva), Louise Hay, o Wayne Dyer combinaron espiritualidad, motivación y psicología, consolidando el fenómeno editorial.
  5. Siglo XXI: Coaching, mindfulness y TikTok
    Hoy, la autoayuda se ha fragmentado en subgéneros: desde el desarrollo profesional, la salud mental, hasta el coaching espiritual. Libros como “Los secretos de la mente millonaria”, “El sutil arte de que te importe un carajo” y “Hábitos atómicos” reflejan la evolución del lector moderno: impaciente, práctico y multitasking.
    Además, los videos cortos, podcasts y cursos en línea han convertido al género en multimedia: ya no solo se lee, se escucha, se ve, se vive.

Desde los estoicos griegos hasta los jovencísimos influencers de Instagram y TikTok, la autoayuda ha sido un reflejo de lo que cada época considera valioso para vivir bien. Quizá hoy no buscamos la virtud, sino el balance. Pero el anhelo sigue siendo el mismo: mejorarnos a nosotros mismos.

Aunque, sigue sin gustarme mucho.

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