Se le atribuye a Friedrich Nietzsche la frase “Sin música, la vida sería un error” y no es el único filósofo o intelectual que valora de esa manera al que se ha considerado como el cuarto arte mayor, según una clasificación que viene desde el renacimiento.
La música en su definición más básica es la el arte de crear y organizar sonidos y silencios, respetando los principios de la melodía y el ritmo, por medio de instrumentos o de la voz misma.
Siendo una obra humana, responde a los patrones culturales de la sociedad en que se realiza, por esta razón la música es tan variada en ritmos, armonías y melodías como culturas y sociedades existen.
Pero la música está ligada estrechamente con el pensamiento lógico matemático, es una aplicación práctica de la física con fuertes componentes matemáticos, tiene una teoría y leyes que cumple y el resultado siempre está ligado a sentimientos, emociones, presenta ideas, muestra circunstancias y hechos, combinada con la poesía constituye una poderosa herramienta de transformación social y humana.
Desde el canto tribal que acompaña a los recolectores o cazadores, en su trabajo de siembra o recolección, a los pescadores en su viaje al mar, a los religiosos invocando fuerzas espirituales o a las personas enamoradas cantándole sus desdichas al objeto de su amor, la música ha sido parte de la cultura misma, cumpliendo funciones que van desde el entretenimiento, la comunicación, la reflexión la motivación y toda una amplia gama de motivos ligados al devenir humano.
La música ha sido tan importante en las sociedades que los griegos ligaron a dos musas, Euterpe, Polimnia a ramas musicales, Euterpe es la musa de la música en sí, pero Polimnia es la de los cantos e himnos sagrados, tanta importancia tenía la música para las antiguas culturas como para las modernas.
A casi todos nos gusta la música, pero a unos pocos hasta el punto de querer dedicar tiempo y recursos para reproducirla o incluso crearla, por lo menos en El Salvador, hay muy poca afición a la ejecución de instrumentos musicales, lo cual es triste, porque se pierde una forma de culturización muy buena.
Tengo un amigo que es médico neurocirujano y pediatra, quien en su adolescencia, estudió el High School, en los Estados Unidos, con el consiguiente ostracismo racista que es característico de esta sociedad, pero como medida para sociabilizar, aprendió a tocar guitarra hasta alcanzar maestría y luego piano, lo que le abrió muchas puertas sociales, sentimentales, pero desafortunadamente también laborales y comenzó a dedicarse a tocar con grupos de Jazz en bares y otros antros, descuidando sus estudios, hasta que su padre al darse cuenta, lo trajo de regreso al país, pero ya le había quedado el conocimiento y la habilidad.
Como en nuestro país, casi no es posible vivir de la música, sumado a la estricta vigilancia familiar, se dedicó a terminar su bachillerato y luego sus estudios universitarios, se graduó de médico y de ahí en las especialidades que hoy ostenta.
Charlando con él, me cuenta que el aprendizaje musical, le sirvió mucho para tener la disciplina del estudio sistemático que requiere una carrera tan dura como la medicina, así como le dió buena autoestima y habilidades psicomotoras.
Yo aprendí a tocar “de oído” guitarra, acompañando o arpegiando, no paso de músico aficionado, pero hacerlo me ha facilitado aprender otros instrumentos como ukelele, armónica y algo de piano, sin maestría en ninguno de estos instrumentos, sin embargo, me genera mucha alegría acompañar a cantantes, mi voz es horrible, o tocar con algunos amigos músicos que tienen sus grupos de Rock.
Aprender un instrumento musical es un proceso largo y tedioso, si no se tienen dotes innatos para lograr el dominio de la ejecución de una guitarra, piano, trompeta, violín, batería, etc.
Sin embargo, es un aprendizaje que ayuda mucho a nuestra mente, nos libera del estrés, mejora la coordinación psicomotriz, nos da confianza, nos abre puertas a la sociabilización, ejercita la disciplina y el carácter, agudiza la capacidad auditiva, desarrolla la creatividad, mejora el estado de ánimo y existen muchas otras ventajas que da el aprendizaje musical.
Cuando se aprende a tocar un instrumento, se crean conexiones cerebrales que facilitan el aprendizaje de otros instrumentos y si el aprendizaje se hace bajo el estricto rigor de la teoría musical, prácticamente queda allanado el camino a la música para el ejecutante, pero el dominio absoluto de un instrumento es una cuestión de práctica constante a lo largo de un gran período de tiempo, como cualquier otra disciplina.
Estudios de Universidades como la de Emory, Atlanta, que fueron liderados por Brenda Hanna-Pladdy PhD, afirman que aprender a ejecutar música reduce el riesgo de padecer problemas de memoria y de deterioro cognitivo en la etapa final de la vida.
Para evitar que me hagan el meme de “Un estudio de la universidad del manguito afirma que…” dejo los enlaces a los estudios mencionados de Brenda Hanna-Pladdy.
Training-induced cognitive and neural changes in musicians: implications for healthy aging
Brenda Hanna-Pladdy
En dichos estudios, realizaron pruebas a personas mayores de sesenta años y la memoria no verbal, el recuerdo de nombre y desarrollo de procesos ejecutivos cerebrales fue mucho mejor en aquellos sujetos que habían tocado un instrumento musical al menos durante una década, que en aquellos que nunca lo habían hecho.
Por lo tanto, si no saben tocar un instrumento musical, sería muy buena idea que comenzaran el aprendizaje de uno, cualquiera, no necesariamente uno complejo o caro.
Se puede adquirir una guitarra por un precio aceptable unos cincuenta dólares, un Ukelele puede costar unos treinta dólares, un teclado se consigue en cien dólares, una armónica en 10 dólares, algo básico, para empezar, que no duela perder el dinero si resulta imposible.
El aprendizaje se puede hacer con maestro musical, que sería la mejor opción pero para ahorrar dinero, perfectamente se puede con videos de Youtube o en la infinidad de sitios que tienen lecciones gratuitas y partituras o tablaturas con las canciones de moda.
En cualquier caso, todo es disciplina y perseverancia, dedicar una hora al día es más que suficiente para que en poco tiempo, unos treinta días, podamos tocar melodías sencillas.
Podemos aprender, “de oído”, es decir sin la teoría musical, o formalmente con partitura y notas, que es más largo, pero mucho más completo.
Los beneficios se notarán al poco tiempo, todo es tomar la decisión y comenzar, nadie que yo conozca se ha arrepentido de aprender música.