El Lago de Coatepeque, ubicado en el departamento de Santa Ana, El Salvador, es una joya natural que encanta a locales y visitantes por igual. Este lago de origen volcánico se encuentra en la caldera de un antiguo volcán y ofrece una mezcla única de belleza escénica y mitología local.
Su entorno pintoresco está rodeado por exuberantes colinas verdes y montañas, creando un paisaje impresionante que invita a la relajación y la contemplación.
Los visitantes pueden disfrutar de la natación, el esquí acuático, la pesca y paseos en bote mientras exploran las aguas serenas del lago. Además, las orillas del lago albergan playas y áreas de descanso, proporcionando un ambiente ideal para picnics y reuniones familiares.
En la región que rodea el Lago de Coatepeque también es famosa la leyenda de “El Tabudo”, un ser mítico que ha enriquecido la cultura local y se ha convertido en parte integral de la identidad de la zona.
Cuenta la leyenda que hace muchos años, no se conoce la fecha ni la época en que estos hechos sucedieron. En las orillas del lago Coatepeque, en el occidente de El Salvador, comenzó a gestarse una leyenda que perduraría en la memoria de los habitantes locales.
Y hombre muy rico vivía en una gran e imponente mansión en las orillas del lago y habitualmente salía a pasear en una canoa, otras versiones hablan de una balsa artesanal, que él mismo había construido.
Este hombre, movido por la rutina de su opulenta vida, decidió salir, como de costumbre, en su canoa para disfrutar de la serenidad del lago. Sin embargo, al pasar por la enigmática isla de Teopán, que en la lengua nahuat quiere decir “Lugar donde habita el Dios” , una corriente subacuática misteriosa lo arrastró hacia las profundidades, hasta los dominios de Itzqueye, la diosa del agua dulce según la mitología pipil. En ese momento, el hombre desapareció, dejando tras de sí un misterio que alimentaría la leyenda de El Tabudo.
Pasaron varios meses sin dar muestras de vida y un día el hombre rico regresó, apareciéndoseles a las personas que cuidaban su propiedad, de entre las aguas, pero su apariencia física había cambiado drásticamente.
Se había transformado, pues tenía piernas extremadamente largas, su cabeza, labios y extremidades muy alargadas, y sobre todo sus rodillas se habían ensanchado en un gran tamaño, a tal punto que parecían balones de fútbol, (de ahí su nombre, Tabudo, por sus enormes “Tabas”, «Rodillas», lo que le daba una apariencia que evocaba a las criaturas marinas de las leyendas.
El Tabudo se convirtió en un ser mítico que habitaba el lago Coatepeque, dividendo opiniones entre los locales. Algunos lo veían como un guardián benevolente, protector de la flora y fauna del lago, mientras que otros lo temían y huían de su presencia en las balsas de pesca.
Se contaban historias de pescadores valientes que, al no temerle, eran recompensados con pesca abundante, mientras que los temerosos no tenían éxito en sus empresas.
La leyenda se extendió a través de generaciones, enriqueciéndose con detalles adicionales. Los testimonios de los lugareños describían encuentros sorprendentes con El Tabudo, describiéndolo como un ser deformado, con brazos largos y delgados, y un aspecto que inspiraba temor.
Esta leyenda se ha aprovechado por los habitantes de las cercanías del Lago de Coatepeque y la han convertido en una auténtica ruta turística, promovida por la alcaldía municipal del Congo.
Dueños de restaurantes y lancheros aprovechan para ofrecer recorridos en el lago y narrar la leyenda del Tabudo, compartiendo la fascinante leyenda con visitantes ansiosos de explorar los misterios del lago Coatepeque.
Así, la leyenda de El Tabudo se convirtió en un patrimonio cultural arraigado en la identidad de la región, fusionando mito y realidad, creando una narrativa que, a lo largo del tiempo, continuó intrigando a aquellos que se aventuraban a descubrir los secretos del lago Coatepeque y su enigmático guardián.