Mario, cuarenta años, recibió un correo electrónico que decía:
“Agradecemos sinceramente su esfuerzo y dedicación. A partir del primero de enero del próximo año, su contrato cambiará significativamente.
En reconocimiento a su trayectoria, se le otorgará una pensión vitalicia equivalente al setenta por ciento de su salario actual, complementada con prestaciones adicionales.
Sin embargo, deberá abandonar sus labores en la empresa. Le pedimos encarecidamente que no haga preguntas ni comente esta situación con nadie, ya que cualquier indiscreción resultará en un despido sin ningún tipo de beneficio adicional.
La gerencia”.
— ¡Están locos! Gasto en gasolina, parqueo, comer aquí y vestirme, casi todo mi salario. Ahora los idiotas me darán más de la mitad. ¡Por hacer nada!
— Me tomaré un año sabático y luego veré. — pensó con deleite.
— ¿Seré el único?
Miró de reojo a sus compañeros, nadie reflejaba nada en sus rostros, pero todos, hasta el presidente habían recibido el mismo correo.
La fase uno había iniciado, una semana antes de terminar el año, la Inteligencia Artificial había alcanzado la singularidad.