Sobre Roque Dalton, La ventana en el Rostro y el amor…

Roque Dalton, reimaginado por una IA

Roque Dalton García, nació el 14 de mayo de 1935, escritor, poeta, revolucionario, fue asesinado el 10 de mayo de 1975 en San Salvador por sus mismos compañeros de armas.

Representa lo más auténtico de la intelectualidad salvadoreña y es un disruptor aun para quienes a casi 50 años, de su muerte lo descubren.

Prolífico escritor, incursionó en la poesía, novela, ensayo, teatro, collage literario con su obra “Pobrecito, poeta que era yo” «Novela collage» de rompimiento, muy al estilo de Joyce o Cortázar.

Pero primando sobre la literatura fue, sobre todo, un auténtico revolucionario, que vivió en Cuba y Checoslovaquia y regresó para incorporarse a la incipiente guerrilla, en cuyo seno encontraría la muerte de manos de sus mismos compañeros y “hermanos” de armas.

La ventana en el rostro recoge sus poemas juveniles, algunos escritos a los 15 años, en una etapa en la que ya comenzaba a dejar vislumbrar lo que sería como poeta.

Se denota que en esta etapa, aunque tenía influencias de grandes como Neruda, dio su poderoso toque personal en poemas como este:

Hora de la ceniza (fragmento)

Hace frío sin ti. Cuando yo muera,
cuando yo muera
dirán con buenas intenciones
que no supe llorar.

Ahora llueve de nuevo.
Nunca ha sido tan tarde a las siete menos cuarto
como hoy.

Siento unas ganas locas de reír
o de matarme...

Poema emblemático entre su producción romántica que golpea con toda la contundencia que pueden tener las palabras y al que responde con este otro.

Y sin embargo amor

Y sin embargo, amor, a través de las lágrimas,
yo sabía que al fin iba a quedarme
desnudo en la ribera de la risa.

Aquí,
hoy,
digo:
siempre recordaré tu desnudez en mis manos,
tu olor a disfrutada madera de sándalo
clavada junto al sol de la mañana;
tu risa de muchacha,
o de arroyo,
o de pájaro;
tus manos largas y amantes
como un lirio traidor a sus antiguos colores;
tu voz,
tus ojos,
lo de abarcable en ti que entre mis pasos
pensaba sostener con las palabras.

Pero ya no habrá tiempo de llorar.

Ha terminado
la hora de la ceniza para mi corazón.

Hace frío sin ti,
pero se vive.

Representación de Roque Dalton, rediseñada con IA

Acercarse a la Ventana en el rostro es entrar al alma de un joven talentoso cargado con el peso de futuros descubrimientos, de futuros sufrimientos, de futuros desengaños, pero con fe y esperanza en un mejor mañana.

Hay mucho que decir sobre “La ventana en el rostro” pero eso es algo que cada lector debe hacer por su cuenta así como lo que nos escribe Vega Pérez-Chirinos Churruca, Psicóloga perinatal, Profesora de Comunicación, Investigación social y profesora de literatura:

https://pareceamorperonoloes.com/la-v…


“Como intento o proyecto de profesora de Lengua y Literatura que soy, mi impulso natural es hacer un comentario crítico del poema, pero voy a intentar refrenarlo y comentar sólo la esencia, o al menos lo que para mí es su significado profundo.

Creo que es un texto fácilmente comprensible: el poeta está triste, pero acepta por fin el fracaso del amor y se propone seguir adelante. Lo extraordinario del poema es el grado máximo de auto consciencia y honestidad consigo mismo que alcanza.

En este sentido, habría que distinguir el inicio y el final del poema de su parte central.

Los versos «… yo sabía que al final iba a quedarme / desnudo en la ribera de la risa» (además de suponer una imagen preciosa y certera de sumergirse en el río de la felicidad) sirven de conclusión, de “moraleja” última de la experiencia amorosa, y están en consonancia con el final: la potente sentencia «Hace frío sin ti, pero se vive».

Aclarado esto, el centro del poema es la confesión íntima de que se ha amado: solemne y atrevida con el “siempre recordaré…”, y deliciosa con el «lo inabarcable en ti que entre mis pasos / pensaba sostener con las palabras».

Esta parte central, aun bellísima, no existe sino para reforzar ese mensaje, esa moraleja de la que hablaba anteriormente, porque el poeta no se queda en la declaración de amor, no la convierte en lamento, sino que la trasciende y la supera diciendo «Pero ya no habrá tiempo de llorar».

A modo de conclusión, cabe decir que lo novedoso, lo realmente impactante, al menos para mí, está en la ausencia de triunfalismo.

No hay un ganador ni un perdedor; no hay una derrota. El amor no es una guerra; el amor no mata a las personas, sólo es ceniza en su corazón, es frío. Y esta verdad, como decía Serrat, «nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio».”


Personalmente siempre invito a la lectura de Roque y nadie sale decepcionado.

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