El Tío Conejo, el Tío Coyote y los coyoles

Némik se Tocti gikua-némi se kúyul, kuagúni uits se kúut, ina ne kúyut:
— Ásan nimétskuat!
Una vez el Tío Conejo se estaba comiendo un coyol. cuando pasó el Tío Coyote y le dijo.
—Ahora si te como!

Mitos y leyendas de los Pipiles de Izalco - Dr. Schulze Jena

Nota: El Coyol (en náhuat pipil Kúyul) es el fruto y nombre que se le da a una palmera llamada Acrocomia aculeata, y es conocida en américa por diferentes nombres, desde México hasta Paraguay, incluso Argentina, Algunos de sus nombres son : mbocayá, cocoyol (nahuatlismo de coyolli: “palmera o cascabel”), bastones de Tabago, palma espinosa de las Antillas, tamaca de Colombia, corozo de Venezuela, palma de vino, grugru, nuez del Paraguay, el fruto es redondo y además de la pulpa tiene dentro de su semilla una especie de almendra o nuez que es comestible, tanto su pulpa como la almendra, en algunos países para consumo del ganado, pero en Centroamérica, si se comen.

Wikipedia

Cuento:

Un día el Tío Conejo estaba sentado cómodamente, muy tranquilo y afanado comiéndose unos coyoles, sin nada que pensar, más que en lo bueno de la vida, cuando pasó el Tío Coyote y lo vio.

Al verlo tan feliz de estar comiendo algo que parecía muy delicioso, al Tío Coyote le había dado mucha hambre y había dispuesto invitar al pobre Tío Conejo a que fuera su almuerzo y sin mediar palabras, le dijo.

— ¡Ajá! ¡Ahora si te como Tío Conejo!

— ¡No! No me comas

— ¿Y por qué no debería comerte?

— Porque estoy muy duro y talludo

— No me importa, tengo dientes fuertes y grandes

— Soy muy chiquito y no te quitaré el hambre

— Me basta con un poquito, ya veré después qué más como.

— ¡No! Mira, mira, ven y come tú también de esto.

— ¿Y eso que estás comiendo es bueno?

— Si, es muy sabroso, pruébalo — y le cortó uno al coyote, que comenzó a comérselo.

— Si es muy bueno — le dijo el coyote masticando complacido.

— Eso no es tan bueno, lo que está dentro de las semillas, sí es sabroso, ya vas a ver.

Entonces el Tío Conejo tomó la semilla del coyol y la mordió con sus dientes, la semilla se quebró y dejó al descubierto que dentro tenía una nuez blanca.

El Tío Conejo agarró la mitad de la semilla abierta y comenzó a comérsela con deleite y le ofreció la otra mitad al Tío Coyote.

Con desconfianza el Tío Coyote agarró la mitad de la semilla abierta, olisqueó la nuez blanca y le dio una mordida.

La cara de asombro del Tío Coyote fue digna de una fotografía.

— Realmente está muy sabrosa esta cosa.

— Ya ves y querías comerme a mí que estoy muy pellejoso, cuando tienes estas nueces tan deliciosas.

— ¡Quiero más!

— Pues corta estos coyoles del palo y te comes la fruta, y después nos comemos las nueces.

Como al ´Tío Coyote le gustaba más la nuez que la pulpa del coyol quiso engañar al Tío Conejo y le dijo.

— Cómete estas pulpas y yo partiré las semillas para que tengamos suficientes nueces para los dos.

— De acuerdo dijo el Tío conejo que le gustaba por igual la pulpa y la nuez de los coyoles.

El Tío Conejo se había comido ya cuatro coyoles y le había dado las semillas al Tío Coyote, cuando tuvo ganas de comerse un poco de las nueces y le pidió sus cuatro mitades.
Pero el taimado del Tío Coyote se había comido todas las nueces en las ocho mitades y se rio del Tío Conejo.

— ¡Ja ja ja!

— Eso que hiciste no está bien, yo confié en ti.

— Sigue comiendo y entonces las nuevas nueces que parta serán todas tuyas

Le dijo el Coyote, pensando en que también se comería estas nueces.

Entonces el Tío Conejo, adivinando las intenciones del Tío Coyote, no replicó nada y simplemente le dijo.

— Me voy a comer primero dos coyoles y te los voy a pasar de dos en dos para que tengamos rápido más nueces.

— De acuerdo dijo el Tío Coyote — Relamiéndose anticipadamente ya que se pensaba comer también las nuevas semillas que le diese el inocente Tío Conejo.

Y el Tío Conejo se puso a comer la pulpa de dos coyoles, pero en lugar de las semillas, el Tío Conejo había recogido dos piedras oscuras que parecían semillas de coyol y se las dio al Tío Coyote, que, pensando en abrirlas y comerlas rápido antes de que el Tío Conejo pudiera reaccionar, casi se las arrebató y se metió las dos en la boca.

Pero al morderlas se quebró los dientes del lado derecho, pues había las dos piedras estaban realmente duras.

— ¡Ay! ¡Mis dientes!

Gritó el Tío Coyote escupiendo la piedra junto a los pedazos blancos de sus dientes quebrados.
Entonces el Tío Conejo agarro las dos semillas que tenía escondidas y salió corriendo y cantando.

“Adiós Tío Coyote
Dientes quebrados
por comer coyoles duros”

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