Soy un fan incondicional de Neal Stephenson, desde que leí Snow Crash, cuya reseña publiqué en el blog hace poco, me leí también, La Era del Diamante y los tres libros del Criptonomicón, pero me salté Anathema y otros libros, porque había tanto que leer en ese momento y fue hasta este año que me llamó mucho la atención el último libro lanzado, que se titula algo así como “Las Siete Evas” (Seveneves) novela que fue publicada en el 2015, según creo, tras ocho años de trabajo, dando como resultado una extensa novela de novecientas páginas de Ciencia ficción “pura y dura”.
En los últimos tiempos yo he sido algo infiel a mi pasión original y me he decantado más por el género de “Fantasía” que, por la Ciencia Ficción, así que retomar el género fue una decisión, en realidad bastante fácil para mí.
Luego de leerla, concuerdo con la frase de Bill Gates con respecto a la novela, cuando dijo lo siguiente:
Efectivamente el libro de Stephenson resultó ser una especie de reencuentro con mi amor por el género. Por eso esta reseña será muy larga y siento que, aun así, no le hago justicia a la novela, además contendrá muchísimos espóileres. Quedan advertidos.
¿De qué va Seveneves?
Tomen asiento
LA LUNA ESTALLA SIN AVISO PREVIO NI RAZÓN APARENTE…. y todo se va a la chingada.
La humanidad intenta sobrevivir y sobrevive, cinco mil años después intenta regresar a la Tierra.
La premisa es algo simple, un “agente”, así le llaman luego, no se sabe si es un bólido de antimateria, una especia de proyectil lanzado por Alliens, un experimento fallido de “alguien” o algo más siniestro, impacta a la luna en pleno y la rompe en siete pedazos que quedan flotando en el espacio. A lo largo del libro, Stephenson nos lanza varias suposiciones, pero no profundiza en ninguna.
¿Quién rompió la Luna?
Respuesta corta: Nadie tiene ni puta idea.
Respuesta honesta: Alguien con mucha tecnología y muy poca simpatía.
Respuesta emocional: Alguna criatura cósmica se hartó de vernos haciendo TikToks y dijo “¡Ya basta!”.
Un testigo, del incidente, el Dr. Astrofísico, Dubois Jerome Xavier Harris, inspirado obviamente en Neil deGrasse Tyson, figura mediática con dotes comunicativas que al igual de Tyson lo convierten en un buen divulgador científico es el “primero” (como si no hubiera otros científicos mejor calificados) en entender la gravedad del problema tras la destrucción lunar.
La novela se puede así dividir en tres grandes partes.
¡El cielo se está cayendo!
¡Salvese quien pueda!
Los pedazos comenzarán a chocar entre sí y a quebrarse, repitiendo el ciclo choque-fragmentación en forma exponencial, hasta que comiencen a caer a la tierra, primero pocos y luego más, lo que se convertirá en un “cielo blanco” lleno de pequeños asteroides que al entrar en la atmósfera se incendiarán. De cientos pasarán a ser miles y en poco tiempo se convertirán en millones de fragmentos, los cuales terminarán incendiando la atmósfera y destruyendo toda vida en la tierra.
El mundo tiene cerca de dos años antes de iniciar su aniquilación. La humanidad se “une” y deciden enviar a más de mil personas al espacio, seleccionadas entre lo mejor de cada raza para mantener viva la humanidad, en una estación espacial llamada “Estación Espacial Internacional” (ISS según sus siglas en inglés, EEI en español), a la que se refiere cariñosamente como “Izzy”. Como escudo la Izzy lleva un pedazo enorme de asteroide férreo.
Además se crean muchos módulos, llamados arquetes, que se entrelazan en tríadas, héptadas para luego interconectarse con Izzy o formar enjambres de módulos que mantendrán viva a la humanidad durante los cinco mil años que dure el cataclismo.

Con este escenario, Neal Stephenson desarrolla una novela extremadamente “dura” de Ciencia ficción especulativa, con muchas partes explicando técnicamente los efectos físicos de gravedad cero, las complejas reacciones químicas y físicas de algunas tecnologías utilizadas, los esfuerzos de todos los científicos y políticos del mundo, para llevar a cabo el proyecto, “Sálvese quien pueda”.
Los personajes principales son femeninos, pero a lo largo de la novela, desfilan protagonistas masculinos como el Dr. Harris, el astrofísico que se convierte en el principal asesor y divulgador de los planes de salvación, Sean Probst, que viene a ser una especie de Elon Musk, pero con alma, pues tiene un papel fundamental en la supervivencia de los habitantes de Izzy al remolcar un cometa de hielo para obtener, agua.
Destacable es también, Markus Leuker, como el alemán estoico con complejo de Atlas, al echarse sobre los hombros la dirección del Arca. Es de esos que resuelven problemas con el lodo hasta las rodillas, mientras los demás seguimos leyendo el manual.
Durante los dos años previos a la lluvia blanca, la tierra se “prepara” para enviar “lo mejor” de la humanidad mientras los que se quedan, se preparan con resignación a morir, eso me parece muy romántico, creo que la realidad sería que el 1% de los que tienen todo el dinero serían quienes irían al espacio, dejando morir al 99% que no tiene dinero, sin importar sus aptitudes y características físicas por óptimas que fueran.
Pero en la novela no pasa eso, sino que, en forma dócil y disciplinada, cada país hace lo correcto, con excepción de Venezuela, (no tengo idea de por qué Maduro no es del agrado de Stephenson. «sarcasmo»), teniendo que ser fumigada con bombas atómicas por pura prevención.
Ordenadamente salen las naves directo al área donde está la “Izzy” y se van acoplando, una a una en las formaciones indicadas tríadas, heptadas y más.
De todos los Elegidos enviados a la estación “Izzy”, se forman dos bandos.
Los del núcleo de comando, son los que se quedan en la estación Izzy, donde hay más espacio, más recursos, y más delicias como… oxígeno y los habitantes “originales” de la estación, ahí está el control de la misión.
Los Cloud arkies o el Enjambre, que son los habitantes de los módulos separados del Arca (los pequeños hábitats llamados “arklets” o arquetes) que nacen de los envíos desde la tierra.
Forman parte del plan original para dispersar la humanidad en forma de enjambre móvil y evitar que una sola explosión los mate a todos (lo cual es sensato, pero también muy solitario).
Representan la visión de descentralización, sacrificio colectivo, supervivencia distribuida.
Luego viene la etapa de supervivencia, Elon… digo Sean Probst, parte en una misión suicida para acercar un cometa lleno de hielo al enjambre y Marcus, termina el trabajo, muriendo también en el periplo.
La intrigante y manipuladora presidenta de los EEUU Julia Flaherty, se “cuela” entre los sobrevivientes e inmediatamente inicia la creación de bandos. Aparecen otros personajes femeninos, por ejemplo, una especie de soldado rusa quien más parece robot que humana, llamada Tekla Ilushina, y una intensa italiana, llamada Aída, que se convierte en la líder de un tercer bando. Y comienza el Jaleo.
Sobrevivir
A pesar de la humanidad
Al final tras muchas peripecias que incluyen ataques a la Izzy de un bando de caníbales, liderados por Aída, los o más bien las sobrevivientes… y Marcus, terminan enclavadas en un trozo grande de la luna que se mantiene en órbita sin peligro de caer a la tierra, como el resto del satélite. En este pequeño hábitat, luego de la muerte de Marcus, quedan solo ocho mujeres, de las cuales siete son fértiles y se convertirán en las siete Evas.
La octava mujer, Luisa Soter, es una científica de avanzada edad y posmenopáusica, por lo que no puede contribuir materialmente al renacimiento de la humanidad, pero ha sido ella quien conservó y cuidó el banco de material genético.

Curiosamente Moira, la bioingeniera de la misión, propone un método epigenético para repoblar la humanidad, sin intervención de componentes masculinos, (No se necesitan hombres para repoblar la humanidad), a pesar de que tienen a mano el banco de esperma y óvulos además de Marcus, quien ha sobrevivido y podría servir de semental.
Moira propone una especie de partenogénesis controlada, haciendo ajustes genéticos deliberados, en pequeñas mejoras, selección de rasgos, y diversificación dentro de cada línea genética. Cada una de las Evas “pide” las características que tendrá su descendencia y así, de cada Eva nace un linaje diferente y estas Evas son:
Dinah MacQuarie
Ingeniera robótica canadiense en la ISS. Le gustan los robots mineros más que las personas. Básicamente Tony Stark en versión socialmente funcional. Es una de las principales Evas Fundadoras
Su linaje genera una subraza humana especializada en máquinas y exploración.
Ivy Xiao
Jefa de la ISS, cerebro y temple de acero. Su relación con Dinah es una joya tipo “womance espacial”.
También una Eva fundadora. Sus descendientes son orientados al liderazgo y disciplina (bastante intensitos).
Julia Bliss Flaherty
Ex presidenta de EE.UU., autoconvencida de que puede salvar la civilización con carisma, política y puro ego.
Se mete a la ISS con toda la delicadeza de una motosierra.
También una Eva, aunque sus descendientes son… problemáticos. Literalmente la rama de los políticos manipuladores.
Tekla Alekseyevna Ilushina
Soldado rusa con cerebro y músculos de adamantium. Su rol va de guardaespaldas a semidiosa silenciosa.
Una Eva particular, su línea genética produce humanos fortísimos y leales, tipo tanques con emociones reprimidas.
Camila
Estudiante y activista, presumiblemente de Afganistán o Pakistán, religiosa, pacífica y compasiva.
Una Eva importante para la línea de humanos emocionalmente equilibrados. (Una rareza.)
Aïda Ferrari
Una arkie italiana, súper emocional e intensa. Aïda aparece por primera vez tras liderar una revuelta contra el control de Flaherty sobre los arquetes que se rebelaron contra la ISS y con una especie de visión estética del mundo que le vale madres cuando se cae todo.
Como Eva “arrimada”, su descendencia forma un grupo artístico-emocional con muchas características caóticas que servirán para contrarrestar a los demás.
Moira Crewe
Bioingeniera inglesa, calmada y cerebral.
Ella toma el rol de diseñadora genética de la nueva humanidad, y es la que permite que cada Eva funde una línea distinta.
Luisa Soter Científica senior y miembro clave del personal en la Cloud Ark Initiative. Es la única que no se convierte en Eva.
Luisa está a bordo durante el éxodo orbital, y sobrevive a todos los desastres previos a la selección genética siendo quien transporta y cuida el banco de material genético que contiene esperma y óvulos de cientos (o miles) de humanos seleccionados previamente en la Tierra.
Tiene una inteligencia y experiencia invaluable, y representa la memoria histórica y emocional del grupo.
Pero… es postmenopáusica.
Por lo tanto, no puede contribuir materialmente al renacimiento genético de la humanidad.
Cinco mil años después
¡Esto sigue caliente!
Cinco mil años después, la tierra se ha enfriado un poco y la estación se ha convertido en un conglomerado de enjambres de naves orbitales que han comenzado a terraformar a la vieja tierra para volverla habitable, enfriándola con cometas cargados de hielo, alterando y modificando el clima hasta poder comenzar a cultivar nuevamente plantas y generar un biosistema capaz de albergar vida.
Las diferentes razas conviven en bandos y descendientes de las Evas orignales son los nuevos protagonistas que llegan a la tierra en donde ya existen asentamientos.
Descubren que además de los “nuevos colonos”, hay verdaderos nativos de la tierra, gente que sobrevivió enterrándose en las profundidades de la tierra, descendientes del grupo de mineros que liderados por el padre de Dinah, Rufus MacQuarie que decidió profundizar en la tierra y sobrevivir ahí. ¡Durante cinco mil años!, estos son los Diggers o Excavadores.
No contentos con eso, también resulta que también había un proyecto paralelo al del espacio, solo que en el fondo del mar y uno de sus miembros era el prometido de Dinah, llamado Reese, técnico marino de alto nivel, quien se despide emotivamente de Dinah sin revelare su misión, conformando un grupo adaptado a la vida submarina, estos son los “Pingers”, por el ping del sonar marino.
Tenemos que depués de todo, sobreviven tres tipos de seres humanos, los espaciales que son los descendientes de las siete evas, una variedad muy variada y diferente de humanos. Los Cavadores que vivieron enterrados, adaptándose al entorno y controlando estrictamente su descendencia para no sobre explotar su hábitat y los submarinos que hicieron toda una cultura acuática, cada especie con su propio desarrollo tecnológico.
Como los excavadores reclaman la tierra y los submarinos el mar, no queda otra que llegar a un acuerdo y después de muchas tensiones, desconfianza y análisis genéticos mutuos (“tu ADN huele a roca húmeda”, “el tuyo a pretensión orbital”), hay una especie de tregua simbólica.
El libro no termina con guerra entre razas ni con una alianza formal, sino con la posibilidad abierta de una humanidad reconciliada, más diversa y consciente de su origen compartido.
Si al lector le gustan los finales cerrados, no es este su libro, sin embargo tampoco es el horrible bucle infinito que significó “La Torre oscura” de King. Según mi parecer, Stephenson se hartó de escribir y decidió cortar por lo sano, ya la novela había durado demasiado.
Aunque en lo personal, a mí me hizo falta saber, qué rayos pasó con el grupo que se separó del enjambre y enfiló sus arquetes rumbo a Marte. (¿Otra novela por venir?)