“Terry Pratchett era un genio”, eso lo leía por todos lados en múltiples reseñas, y así, azuzado por las toneladas de referencias y alabanzas que encontraba en torno al MundoDisco, decidí dar el salto y comprar la primera novela de una saga monumental.
Son casi cuarenta libros que se han convertido en un fenómeno cultural. De esta manera llegó a mis manos, o mejor dicho a mi Kindle, El color de la magia, el primer libro de la saga del MundoDisco. No me arrepentí, y puedo decir con gusto que me sumo a la legión de admiradores de Terry Pratchett: este primer libro es simplemente genial.
Para entender la magnitud de lo que Pratchett construyó, vale la pena hablar un poco de él. Nacido en 1948 en Beaconsfield, Inglaterra, Terry Pratchett no solo fue uno de los autores más prolíficos de la literatura fantástica, sino también uno de los más leídos en lengua inglesa. Su carrera comenzó como periodista, pero muy pronto la literatura fantástica lo atrapó. En 1983 publicó El color de la magia, el inicio de lo que sería el vasto universo del MundoDisco. Lo que en principio parecía una parodia irreverente de los clichés de la fantasía épica (magos torpes, héroes que no quieren ser héroes, dragones improbables y ancianos bárbaros despistados) terminó evolucionando en una de las sagas literarias más ingeniosas, profundas y queridas por los lectores de varias generaciones y de todos los confines de la tierra.
Debemos resaltar que Pratchett no solo escribió en solitario. Entre sus colaboraciones más célebres destaca Buenos Presagios, coescrita con Neil Gaiman, otro de los grandes nombres de la fantasía contemporánea. El libro, que combina el humor británico de Pratchett con la oscura imaginación de Gaiman, es un testimonio perfecto de su capacidad para trabajar en equipo sin perder su voz. Esa novela fue adaptada con éxito en televisión décadas después, lo que contribuyó a que nuevas generaciones descubrieran su obra. También escribió con Stephen Baxter, la saga de novelas de “La Tierra Larga”.
Otro trabajo colaborativo lo hizo en el libro: The Unadulterated Cat o “El Gato Real” con apoyo del ilustrador Gray Jolliffe.
Pero si hay algo que distingue a Pratchett en solitario es su estilo. Su humor es inconfundible: mezcla la ironía más británica con un sarcasmo afilado y un dominio extraordinario del absurdo. En El color de la magia encontramos a Rincewind, un mago incapaz de realizar un solo hechizo, y a Dosflores, un turista ingenuo que camina por un mundo lleno de peligros con una sonrisa confiada. Dosflores es acompañado por “Equipaje”, un baúl de madera con patas que lo sigue a todas partes. Los personajes están diseñados para burlarse, con cariño, de los arquetipos de la fantasía tradicional. Sin embargo, esa burla no es superficial; es una exploración de lo absurdo de nuestras propias realidades, disfrazada de dragones, hechizos y universos planos sostenidos por elefantes y tortugas gigantes.
La genialidad de Pratchett reside en que no se limita a hacer reír. Bajo el disfraz del humor, siempre hay observaciones punzantes sobre la política, la religión, la filosofía, los prejuicios sociales y, en general, la naturaleza humana. Leerlo es reírse con ganas y al mismo tiempo reconocer verdades incómodas, empacadas en un envoltorio cómico. Su narrativa salta entre lo disparatado y lo reflexivo con una fluidez que ha sido la envidia y modelo a seguir para muchos escritores contemporáneos.
En este primer libro, esa mezcla de humor y sátira ya está presente, aunque en obras posteriores su estilo alcanzará niveles de refinamiento aún mayores. Pero “El color de la magia“ tiene la frescura de una apertura de mundo: es el punto donde el lector, al igual que Dosflores, llega por primera vez al MundoDisco y comienza a maravillarse con su rareza y su lógica interna, tan absurda como consistente.
Leer a Terry Pratchett es aceptar una invitación a reírnos de nosotros mismos a través de la fantasía. El color de la magia es solo el inicio de un viaje que se expande en decenas de libros, pero ya en él se encuentran las semillas de todo lo que hizo grande a su autor: humor, inteligencia, sátira y un universo tan caótico como brillante. Yo, al igual que millones de lectores, me alegro de haber aceptado la invitación y haber puesto un pie en ese mundo plano que viaja sobre cuatro elefantes y una tortuga cósmica.
Zona de Espoileres
(No lea lo que sigue, pues hay espoileres del libro)
Mundodisco se llama así porque es un mundo plano, más bien, es una especie de gran recipiente lleno de agua con partes de tierra que sobresalen y es en donde están los continentes. El mar es lo que cubre hasta la orilla del recipiente y este se halla sostenido por cuatro impertérritos elefantes que a su vez son sostenidos por una gigantesca tortuga que es la noción hindú de la antiguedad sobre la conformación del mundo.
Pues en este mundo vive toda una multidud de personajes muy parecidos a los que pueblan todos los libros de fantasía, hechicería, y aventuras épicas.
En el imperio de Ankh-Morpork, tenemos un mago venido a menos, Rincewind el hechicero, quien a sido expulsado de la Universidad invisible por resultar ser incapaz de aprender un solo hechizo. Todo esto debido a que, “El Octavo”, el libro grimonio más poderoso del disco dejó uno de sus hechizos en su cabeza y los demás hechizos no quieren estar junto a ese, que habita el cerebro de Rincewind.
Lo malo es que el mago no puede recordar, ni el hechizo ni porqué está en su cabeza. Por otra parte además de mediocre, Rincewind es cobarde y lo que menos quiere tener es una vida de aventuras. Para su desgracia y molestia, es en esa dirección adonde lo lleva su contraparte, DosFlores. Quien es un burócrata aburrido del imperio Agata, que a estado ahorrando durante años para hacer un viaje por todo el MundoDisco y llegar así a convertirse en el primer turista de esta extraña tierra.
Ambos personajes son reunidos por el patricio de la ciudad quien asigna a Rocewind la misión de cuidar y acompañar a DosFlores y su “equipaje”, que resulta ser un personaje más de la novela, el cual tendrá mucho protagonismo en esta y en otras novelas más adelante.
Juntos se encaminan a vivir las aventuras mas desbocadas e hilarantes que he leído en mucho tiempo.
Realmente es un libro muy bueno, lleno de sorpresas, hechos con puntadas muy ingeniosas y divertidas, como cuando DosFlores saca una cajita para “capturar” imágenes, asombrando al mago. Mientras Rincewind comienza a elucubrar sobre materiales fotosensibles que puedan fijar imágenes en superficies tratadas con ciertos químicos, la cámara cae al suelo y de su interior, sale un pequeño hombrecito con paleta de pintor y pinceles a insultar a DosFlores por su descuido.