Reseña y comentarios
Patrick Rothfuss, profesor adjunto de lengua y filología inglesa en la Universidad de Wisconsin. además de escritor publicó en el año 2007, en Estados Unidos, la Novela de fantasía épica “El nombre del viento – Crónica del asesino de reyes”, convirtiéndose en un éxito editorial, en el año 2009 fue publicada en español, ya que su fama traspasaba fronteras y lenguas.
Para uno de mis cumpleaños, mi hermano me regaló el primer libro y lo dejé por ahí olvidado, pues lo vi como una novelita más de fantasía y dragones y mientras lidiaba con otras cosas y lecturas que consideraba más apremiantes, terminé decidiéndome a leer la susodicha novela esperando un cuento de heroicos caballeros con poderes mágicos luchando contra dragones o monstruos demoníacos, para rescatar a hermosas princesas desvalidas pero apenas iniciando en el prólogo me topé con esto.
Un silencio triple
Volvía a ser de noche. En la posada Roca de Guía reinaba el silencio, un silencio triple.
El silencio más obvio era una calma hueca y resonante, constituida por las cosas que faltaban. Si hubiera soplado el viento, este habría suspirado entre las ramas, habría hecho chirriar el letrero de la posada en sus ganchos y habría arrastrado el silencio calle abajo como arrastra las hojas caídas en otoño. Si hubiera habido gente en la posada, aunque solo fuera un puñado de clientes, ellos habrían llenado el silencio con su conversación y sus risas, y con el barullo y el tintineo propios de una taberna a altas horas de la noche. Si hubiera habido música… pero no, claro que no había música. De hecho, no había ninguna de esas cosas, y por eso persistía el silencio.
En la posada Roca de Guía, un par de hombres, apiñados en un extremo de la barra, bebían con tranquila determinación, evitando las discusiones serias sobre noticias perturbadoras. Su presencia añadía otro silencio, pequeño y sombrío, al otro silencio, hueco y mayor. Era una especie de aleación, un contrapunto.
El tercer silencio no era fácil reconocerlo. Si pasabas una hora escuchando, quizá empezaras a notarlo en el suelo de madera y en los bastos y astillados barriles que había detrás de la barra. Estaba en el peso de la chimenea de piedra negra, que conservaba el calor de un fuego que ya llevaba mucho rato apagado. Estaba en el lento ir y venir de un trapo de hilo blanco que frotaba el veteado de la barra. Y estaba en las manos del hombre allí de pie, sacándole brillo a una superficie de caoba que ya brillaba bajo la luz de la lámpara.
El hombre tenía el pelo rojo como el fuego. Sus ojos eran oscuros y distantes, y se movía con la sutil certeza de quienes saben muchas cosas.
La posada Roca de Guía era suya, y también era suyo el tercer silencio. Así debía ser, pues ese era el mayor de los tres silencios, y envolvía a los otros dos. Era profundo y ancho como el final del otoño. Era grande y pesado como una gran roca alisada por la erosión de las aguas de un río. Era un sonido paciente e impasible como el de las flores cortadas; el silencio de un hombre que espera la muerte.
¡Momento!, me dije un poco sorprendido, ¿De qué va esto?
Y me sumergí en auténtica literatura, de la que escribía Tolkien, de la que no es solo narracción cruda llena de sexo y violencia, la novela efectivamente habla de sortilegios, de magia, demonios y misterios, pero no lo hace utilizando estos elementos como base para la historia, sino que la historia se va desgranando poco a poco, con muy poca acción, muy poca magia pero mucha narración y curiosamente adictiva, los primeros capítulos me recordaron las andanzas de Bean, uno de los personajes de “El Juego de Ender” en su propia novela, “La Sombra de Ender” que narra las aventuras de sobrevivencia infantil de uno de los principales lugartenientes de “Ender”, pero en nuestro caso el personaje principal, Kvothe, (que se pronuncia “Kouz”) aparece como ser legendario que, tras años retirado como simple posadero en una oscura y olvidada aldea, accede a contar a un escribano los verdaderos motivos por los que se convirtió en leyenda, cosa que hará en tres días, el primer libro transcurre precisamente durante el primer día de narración.
Inicia con un hecho terrible que lo deja desamparado y solo desde niño y se ve forzado a sobrevivir a base de ingenio, astucia, trampas y la desinteresada ayuda de algunas personas, hasta que otra tragedia lo empuja a seguir adelante y logra acercarse a la universidad en donde ser preparan los “arcanistas”, una suerte de mago-médico-sabio-guerrero, conoce grandes amigos y grandes enemigos.
La acción real de la novela va muy lenta, todo se va en reflexiones, descripciones y narraciones de hechos de intrigas, de ideas, todo aderezado de una forma tal que es imposible dejar de leerlo y no es por la trepidante acción o los hechos tal como se puede ver en la serie de “Juego de Tronos” que es pura acción de principio a fin.
“El nombre del Viento” es más reflexiva, más pausada, más literatura y de la buena, tenía años de no leer algo con tanto agrado, Patrick Rothfuss escribe por el placer de escribir y es por eso que la crítica lo equipara a Edgar Rice Burroughs, Tolkien, C. S. Lewis, Ursula K. LeGuin, Jack Vance, algunos añaden a Martin en esta categoría, yo no, Martin escribe guiones para películas o para series como la que le está generando tanto dinero, pero literatura real no es.
“He robado princesas a reyes agónicos. Incendié la ciudad de Trebon. He pasado la noche con Felurian y he despertado vivo y cuerdo. Me expulsaron de la Universidad a una edad a la que a la mayoría todavía no los dejan entrar. He recorrido de noche caminos de los que otros no se atreven a hablar ni siquiera de día. He hablado con dioses, he amado a mujeres y he escrito canciones que hacen llorar a los bardos. Me llamo Kvothe. Quizá hayas oído hablar de mí.”
Corrí a comprar el segundo libro ya publicado “El temor de un hombre sabio” y recientemente me regalaron un delicioso apéndice a las historias “La música del silencio” que es una corta historia paralela de uno de los personajes más entrañables de los libros principales, Auri, tienen que conocerla.