Vivir en un lugar como El Salvador, no es el mejor lugar para el oficio de escribir, pues como lo expresaba don Alberto Masferrer, un insigne escritor salvadoreño alla por 1915.
“LA MITAD de los salvadoreños no saben leer ni escribir.
De la otra mitad la mayoría no lee nunca si no es una media docena de libros más dañosos que útiles…”
Las cosas no han mejorado en más de cien años, incluso podría decir que están peor, pues aunque el analfabetismo se ha reducido del 50% a un 6%, el salvadoreño promedio no lee más que la basura que inunda las redes sociales o como máximo los titulares de las noticias del día.
Esto hace que el oficio de escribir para nuestra gente sea un trabajo de arar y sembrar en el desierto, pero aun así existe un buen número de escritores que se esfuerzan por publicar sus obras, por sembrar semillas en el desierto, con la esperanza de que germinen en esta tierra tan árida.
Géneros como la Novela han sido muy poco cultivados por nuestros escritores que se decantan por la poesía y a lo mucho, el cuento, así los libros rafa vez pasan de 80 páginas.
Y en cuanto a novelas, creo que por fin se ha superado el período “testimonial”, de novelas del conflicto armado que ya habían saturado el mostrador literario salvadoreño, posiblemente debido a los cambios políticos del país que han llevado a muchos a repudiar nuestro pasado histórico.
Paradójicamente lo que supone un atraso en materia de identidad cultural e histórica, ayuda a cambiar la temática de la novela salvadoreña que se está decantando por otro tipo de historia, mas vivencial y contemporánea, como la experiencia inmigrante en los Estados Unidos como tema referente.
Entidades como “Los Sin Pisto” o Catafixia hacen el esfuerzo de suplir la necesidad de editoriales que apoyen al escritor salvadoreño, pero hacer falta todavía inculcar el hábito de la lectura en un pueblo que casi desde sus orígenes ha hecho de la incultura una marca de fábrica.
Escribir en un país donde casi nadie lee, es duro, pero al final mucho más gratificante cuando los libros comienzan a moverse.
En mi caso, mi primer libro fue una novela de ciencia ficción que se ha movido muy poco, a pesar de tener buenas valoraciones, pero sus compras han sido del exterior, solo un par de compatriotas la ha comprado y les ha gustado mucho, pero buscando más ventas hice un compendio de las leyendas salvadoreñas más tradicionales y el resultado fue diferente.
Este pequeño libro de mitos y leyendas, se ha vendido muy bien, mucho más allá de mis expectativas, no para decir que me ganaré la vida escribiendo, pero si para pagar, por ejemplo el hosting de este sitio y un par de herramientas más, porque el tema es de caracter nostálgico y toca una fibra muy íntima de los salvadoreños.
La aventura de escribir en un país en el que la gente no tiene el hábito de leer es difícil, pero resulta harto interesante, si las pretenciones que se tienen no son las de ganar ningún premio ni nada, sino disfrutar escribiendo.