Cuentos de Cipotes – Salarrué

A finales de los años veinte en El Salvador, se comenzaron a publicar una serie de cuentos cortos, llamados “Cuentos de Cipotes” en el Periódico “Patria”, fundado y dirigido por don Alberto Masferrer, notable pedagogo, filósofo y escritor salvadoreño.

El autor de dichos cuentos era Luis Salvador Efraín Salazar Arrué, conocido artísticamente como Salarrué.

Según cuenta el propio autor, los cuentos surgieron a raíz de la curiosidad que le despertó el escuchar a un niño narrar una historia divertida, con frases inconexas, trama delirante, sin que le importase si era entendida o no por los adultos, creando un caos gramatical del cual se reía a carcajadas, sin que Salarrué pudiera terminar de entender la historia, que evidentemente era desternillante en la mente del chico.

Este hecho le dio el material básico de inspiración, para iniciar esta serie de cuentos cortos, narrados desde la supuesta óptica del niño, que se convertiría años más tardes en un clásico de la literatura salvadoreña y centroamericana.

Salarrué, nació en Sonzacate, el 22 de octubre de 1899 y murió en Los Planes de Renderos, San Salvador, 27 de noviembre de 1975, fue un prolífico artista y escritor salvadoreño, hijo de Joaquín Salazar Angulo y María Teresa Arrué, de padre Vasco. El matrimonio no prosperó y su madre se hizo cargo del hogar que constaba de dos hijos, Luis Salvador y Joaquín, ayudada por sus familiares.

Estudió en uno de los grandes colegios de El Salvador, el Liceo Salvadoreño y desde niño mostró una notable vocación artística, a los once años una de sus composiciones se publicó en un periódico de la capital.

Trabajó en el campo de la literatura y las artes plásticas, pero ha sido su obra narrativa la más conocida de sus creaciones, entre las que destacan Cuentos de barro y Cuentos de cipotes.

Sus dotes artísticas se revelaron desde muy joven. Estudió pintura en los Estados Unidos, donde conoció el libro costumbrista “El libro del trópico” de Arturo Ambrogi, que le animó a retornar a su país para dedicarse por entero al arte. A partir de los años 1930, y aunque prefería mantenerse alejado de la política, trabajó cercano a los regímenes militares en turno para promover las políticas culturales de la época. Desde el año 1946 fungió como agregado cultural de El Salvador en los Estados Unidos.

Retornó a El Salvador en 1958, y poco después terminó su producción literaria, aunque los libros publicados en años anteriores continuaron reimprimiéndose. En sus años postreros ganó reconocimientos por su obra, pese a que subsistía modestamente en su casa ubicada en Los Planes de Renderos. Falleció de cáncer, sumido en la pobreza, pues nunca aceptó estipendios del gobierno.

Aunque ya hablamos del significado que tiene en España la palabra “Cipote”, dejemos en claro que en el Salvador se usa para designar cariñosamente a los niños o a las niñas en su acepción femenina, “Cipota”, o sea que con los “Cuentos de cipotes” no estamos hablando de literatura erótica o pornográfica, sino de historias de infantes.

El libro de Salarrué es una recopilación de cuentos e historias, supuestamente narradas por niños campesinos de El Salvador, en su propio y coloquial versión infantil del idioma español, con palabras a medio decir y modismos propios de su edad.

Por eso el lenguaje de los Cuentos de cipotes, es simple, las disgresiones están presentes y no se maneja una estructura coherente en la narración, cuesta encontrarle sentido y se debe hacer un notable esfuerzo de concentración para entender de qué va la historia, que siempre terminan con un abrupto “isiacabuche” (Y Se acabó).

Los Cuentos de cipotes fueron recopilados y publicados por primera vez en 1943 y se hizo una edición “definitiva” de 1961 con ilustraciones de su hija “Maya” Salarrué.

En el año 2002, Ricardo Barahona decidió animar Cuentos de cipotes con el apoyo del Museo de la Palabra y la Imagen:

Fue así como el MUPI, inició la publicación, gracias a la iniciativa del animador de cine y televisión, Ricardo Barahona, de nacionalidad Salvadoreña-Puertoriqueña, de una serie de cortos animados con los cuentos de Cipotes.

“Aquí no había nada, pero me estaban dando una oportunidad que para mí era de mucho interés, poder decir ‘esta es mi pieza y yo la dirigí”.

Ricardo Barahona

El primer cuento animado fue El cuento de lo que quiero y no quiero, las magiconerías y otras tonteras y en el año 2005, ganó con este corto, el premio centroamericano Ïcaro, una mención de honor en e festival de cine de Cuba y el patrocinio de la fundación estadounidense “Ford Motors”.

En el Festival de Cine Centroamericano (Centro América Film Festival, CAFF) realizado en Roma 2009, la película Cuentos de Cipotes, obtuvo, la Mención Especial de la categoría:

El ojo desde el mundo porque “supo expresar la mejor originalidad y creatividad”.

Este filme también fue presentado en el Festival de cine en Madrid en el año 2012.

Les dejamos para su deleite uno de los cuentos de cipotes, que habla de amores y seducciones, para facilidad, se deja un pequeño glosario de frases.


El cuento de Talnique y la Pelucinga que casi jugaron diamores en una vereda en jlor

Salvador Salazar Arrué (Salarrué)

PUESIESQUE Talnique y la Peluncia se incontraron en una veredita algo ix-traviada con guayabos, gramalitos y jlor de ilusión.

Y entonce se saludaron con sonrisa timidecente y se sentaron a comerse unos sus racimos de tigüilote que se bían íncontrado maduritos, y Talnique le dijo meníando el rabuelojo como meneyan los chuchos el susodicho del jundío:

— “¡Juguemos diamores!”.

Y la Peluncia le dijo:

— “Güeno, pero sin peliscar”…

Entonce Talnique liaper-coyó el galiyo y lestaba queriendo morder una oreja con los labios.

Entonce la Pelucína se jaló afligida y le dijo:

— “¡Si, pero no miandes hablando en secreto!”.

— “Si yo no testoy hablando”

le dijo Talnique.

— “Sólo te quiero dar un besito-abispa, de los que paran los pelitos de la nuca.

— “¡Pues no!”

le dijo la Peluncia

— “porque me escarabajeya la epidermis y no me gusta, porque además me ataranta y me puedo mareyar”.

Entonce Talnique le dijo:

— “¡Es que vos bis visto pocas pelirculas de cine y stás algo irnorante tuvía! Échame un abrazo socado, cerras las pepitas y ponés trompecuche para que te bese sonoramente”.

Entonce la Peluncia cogió miedo y de dos guiñones se le escurió grama! abajo y agarró aviada para el rancho, y Talnique se enjuagó la meca-palera sudorífica y dijo desilucionado dialtiro:

— “¡¡Irnorante diamores, que ni saben el esjuerzo que uno tiene quiacer para contenerse de suspiros, quejidos y otras carambadas diadoración eterna!!”…

Y tiró un tetunte de kakevaka parayá y se limpió la pegazón del tigüilote en las mangas del calzón y siaca-buche.


Glosario

de frases y modismos

Tigüilote o Papaturro: Arbol caducifolio del género Cordia en la Familia Boraginaceae, de origen nativo desde México hasta Colombia y Venezuela. Usado como fuente de alimento, y debido a la calidad de su madera puede ser posible la fabricación de muchos objetos.

Meniando, meneyan: Conjugación bárbara del verbo menear.

Rabuelojo: Rabo del ojo, mirar de soslayo, ej. “La miró con el rabo del ojo”

Jundío: Jundío -> Culo, trasero.

Liapercoyó el galillo: La abrazó y la acercó a su cara tomándole el cuello con las manos como para besarla.

Me escarabajeya la epidermis : Me eriza la piel. Siente como escarabajos caminando por su cuerpo.

Cerras las pepitas y ponés trompecuche : Cierra los ojos y frunce los labios como para besar. Parar la trompita.

Tiró un tetunte de kakevaka parayá: Tiró un trozo de estiercol seco de vaca, para allá.

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