En 1975, Luis Enrique Mejía Godoy, compositor y cantante nicaragüense, publicó su tercer álbum musical, llamado “Para luchar y quererte”, cuya primera canción se hizo bastante famosa y fue titulada “El tigre y el canario”, que narra la conversación entre el temible felino y el inocente y tímido pajarillo a quienes los une el cautiverio.
A continuación, dejo el poema original, que tiene muy pocas variaciones en la canción del compositor nicaragüense.
El tigre y el canario -Sepa usted, señor mío, que me vanaglorío de que a su mismo lado me tengan enjaulado- le dijo un Tigre al pávido Canario que también se encontraba prisionero soportando ese mísero calvario ni más ni menos como el Tigre fiero. -Yo también, señor Tigre, y mientras no peligre, celebro que a su lado me hayan colocado- le contestó el Canario un poco serio. Y luego le pregunta: -Diga, amigo, ¿por qué es que nuestro pérfido enemigo lo tiene en tan penoso cautiverio? -Porque soy sanguinario: -le contestó al Canario el terrible felino- y sobre usted, vecino, ¿cuál es la seria acusación que pesa que lo tiene sumido en tal quebranto? Y contestó el Canario con tristeza: -¡A mí me tienen preso porque canto! La vida, más o menos, a todos nos da palos; a los unos por malos y a los otros por buenos.
En la letra se aprecia la sutil y poética ironía, con la que advierte, a los poetas y cantores que corren muchos riesgos ante algunas tiranías.
La canción de Mejía Godoy es la musicalización de una fábula en verso escrita por el salvadoreño, León Sigüenza y Mineros, (como prefería auto nombrarse), nacido en Cojutepeque el 31 de octubre de 1895, hijo del abogado, funcionario y político Dr. Antonio Sigüenza y de Margarita Mineros.
Siendo de familia acomodada, tuvo esmerada educación en los colegios de Cojutepeque y luego en la universidad de El salvador, de estatura mucho más allá del promedio de la época, (medía 1.80), delgado hasta la flaqueza y desenfadado, fue gerente de una sucursal de banco y luego regidor en el concejo local de Cojutepeque y escribía habitualmente para periódicos y revistas.
Fue cónsul en Japón y más tarde diputado en la Asamblea Legislativa.
Desde joven se codeo en tertulias literarias con los intelectuales de la época como Camilo Campos y Miguel Ángel Espino, Manuel Andino, Juan Ramón Uriarte, Carlos Bustamante y Enrique Lardé Arthés y comenzó a escribir tanto fábulas y poemas satíricos, que con el tiempo se dieron a conocer y a publicar en los diferentes medios de comunicación de la época.
Al final de su vida intentó organizar sus escritos para la publicación, terminar varios proyectos literarios, pero lo sorprendió la muerte el 27 de mayo de 1942, siendo su hermano, Guillermo Sigüenza, quien terminó de recopilar y publicar el libro “Fábulas” de León Sigüenza, que ya tiene al menos cinco ediciones.
Algunas artistas gráficos han realizado bellas ilustraciones sobre la fábula como Ivette Guardado.